EN PALABRAS DE CECILIO MADANES
«Empecé en 1945. Yo era alumno de la Escuela Prilidiano Pueyrredón, y con mis compañeros de Bellas Artes, en lugar de la fiesta de la primavera, decidimos montar una obra. En mi casa se leía “Sur”, la revista de Victoria Ocampo; la recibían mis hermanas, “las intelectuales” y yo descubrí una obra anónima La farsa del Licenciado Pathelin, que me pareció muy divertida.
Apareció sin acotaciones, totalmente anónima, traducida por Rafael Alberti y María Teresa León, y decidí elegirla para representarla en el Teatro Presidente Alvear. Antes de hacerse el espectáculo se organizó un conjunto de croquis, en los que estudiantes dibujaron a Mecha Quintana o a Renata Shottelius, y otros bailarines, con lo que recolectamos el dinero que nos permitió hacer la puesta. Fue la primera vez que hice teatro, ya que nunca antes lo había hecho.
Preparé la obra con unos amigos míos, hoy casi todos famosos: Cacho Carcavallo hizo la escenografía, Lerchundi el vestuario, Torres Aguero el papel protagónico.
La carátula de los programas de la primera función en el Teatro Alvear eran originales de Spilimbergo, Raquel Forner, Berni, y costaban cinco pesos cada uno. Esa noche me di cuenta de que algo pasaba conmigo: en la platea estaba lo más selecto del ambiente artístico, de la pintura y la plástica, y nadie se rió ni me silbó. Por el contrario, todos aplaudieron.»