Personalidades

Cecilio Madanes y Amelia Bence

Cecilia Rossetto lee a María Teresa León

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Del libro, “Memoria de la melancolía“ de María Teresa León, la compañera de Rafael Alberti. Casi al final de su libro, escribe esto:

Sí, quiero a Buenos Aires. Esta es una declaración de amor, no sé si correspondido. Pero por mi parte, sí que lo es. Algunas veces confundo los nombres y digo voy a Buenos Aires, o vivo en Buenos Aires. Con frecuencias echo a andar por Santa Fe o por aquella calle de Las Heras sombreada de árboles o subo por Pueyrredón.

Me sorprendo diciendo entre amigos: “todos somos argentinos“ y si llega Cecilio Madanes, soy capaz de proponer ir juntos a Caminito para ver el estreno.

He pasado muchos años muchos, muchos aprendiendo el nuevo amor de las esquinas y el apoyo que prestan los troncos de los árboles a la fatiga y recordar cómo después de la lluvia torrencial, se sacuden el sol.

Me gustó encontrar que hablaba de Caminito, esta mujer que vivió las historias del exilio. Y por eso, te lo mando, Diego Kehrig.

Cecilia Rossetto

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María Teresa León y Rafael Alberti fueron los encargados de traducir “Las picardías de Scapin“ de Molière y que se estrenó en el Teatro Caminito, el 25 de diciembre de 1958.

Esta tarde Madanes y Raffaella toman el té

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1954: Felices Fiestas

Homenaje a Ricardo Rojas, 1939

En 1939 se estrenó en el Teatro Cervantes la pieza Ollantay de Ricardo Rojas. La Dirección General del espectáculo estuvo a cargo de Antonio Cunill Cabanellas, la coreografía fue de Mercedes Quintana y la escenografía de Gregorio López Naguil.

Por este motivo, los alumnos del primer año de la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano entregaron un pergamino de reconocimiento a Ricardo Rojas. En la fotografía se los puede ver a Eduardo Lerchundi, Enrique Moggo, Cecilio Madanes y al autor homenajeado en la biblioteca de su casa.

Antonio Gasalla recuerda su participación en el Teatro Caminito

El Diario de Mariana. Canal 13. Febrero 2017

Gracias, Horacio de Dios!

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Hoy nos visitó Horacio De Dios, lo vi curioseando mi libro sobre Caminito y claro se lo regalé. Hablamos de Madanes, de Malevich, del Museo del Prado, hasta de Tarkovski, y del registro diario con nuestras camaritas telefónicas. De construir una bitácora personal, arbitraria y recortada de nosotros mismos pero con el firme propósito de librarnos de tanta palabra, y colmarnos de experiencias. De pura experiencia. Haberme cruzado con él fue una hermosa experiencia, y por supuesto, la registramos.

Sergio Ramírez y Kado Kostzer delante de los diseños de Eduardo Lerchundi

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Figurines para el vestuario de LA VERBENA DE LA PALOMA
estrenada en Teatro Caminito en 1965
bajo la Dirección de CECILIO MADANES.

Exhibición: ENTRE-NOS. CRÓNICAS DE LA BOCA
Fundación Proa
Diciembre 2016 – Marzo 2017

Kado Koszter y un amigo en la platea del Teatro Caminito

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Kado Kostzer (que en ese momento tenía 16 años) posa junto a su amigo Edgardo Chiorean, minutos antes del inicio de Las de Barranco. Nótese el programa que tiene en la mano, diseñado por Raúl Soldi.

7 Diciembre de 1962

En el reverso de la fotografía puede leerse el sello:

Foto studio «LEON»
Sociales y artísticas

Del Cruzero (Hoy Del Valle Iberlucea) 1228
TE: 21-4980

Conversación y proyectos con Eduardo Lerchundi

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Gracias, Clarita Zappettini

clarita

 

Jorge Luz por Oscar Balducci 

  

Adiós, Elena Lucena

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Elena Lucena y Jorge Luz durante la representación de «La pérgola de las flores», Teatro Caminito, 1964


La reconocida actriz, cantante y bailarina Elena Lucena murió a los 101 años.

ELENA LUCENA Y TINO PASCALI

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LA PÉRGOLA DE LAS FLORES, 1964

Benito Quinquela Martin en su taller junto al mascarón de proa «El Comerciante»

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Fotografía del Archivo General de la Nación

Buenos Aires, mayo de 1936

Aída Luz, revista Radiolandia 

  

Amigos del Teatro Caminito

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Fotografía: Néstor Barbitta

Entr otros, Adriana Rosenberg (con un ejemplar de Didascalias del Teatro Caminito), Hernán Lombardi, Diego Kehrig, Martín Bauer, Claudio Segovia, y Oscar Barney Finn.

Bauer, Laplace, Lombardi, Segovia y Kehrig

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Fotografia: Alejandro Held

Homenaje a Cecilio Madanes

Homenaje a Cecilio Madanes

IMG_7987REAPERTURA DEL TEATRO CAMINITO

Martín Bauer, Víctor Lapace, Hernán Lombardi, Claudio Segovia y Diego Kehrig
27 DE ENERO DE 2015, 20:00

Gracias a los vecinos del barrio de La Boca: Caty Bónica, Josefina María Maiolino y José Mastellone

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Gracias, Oscar Barney Finn

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Reapertura del Teatro Caminito, 27 de enero de 2015

REAPERTURA DEL TEATRO CAMINITO: HOY A LAS 20:00

EN

CECILIO MADANES EN LA PLATEA DEL TEATRO CAMINITO

PRENSA. LA NACIÓN. «El poder político no quiere la democratización de las instituciones culturales»

-¿Algo así como salirse de la dicotomía entre local y accesible, o cosmopolita y elitista?

-Es que el artista hoy requiere estar en la ciudad como espacio de cultura. Te doy un ejemplo: este verano vamos a hacer una nueva versión de Caminito, una propuesta teatral de vanguardia que Cecilio Madanes hizo en los años 60 en la calle Caminito, con la ciudad como escenario. Por allí pasaron Sergio Renán, Antonio Gasalla, Jorge Luz. Eran representaciones de alta calidad que en invierno se hacían en salas del centro. Lo más interesante era la presencia de los vecinos, que formaban parte, en las ventanas que dan a Caminito, de las obras. La idea es hacer un gran homenaje a Madanes, y estrenar una obra de Gorki, que se llama Los veraneantes.

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Diario LA NACIÓN

Domingo 21 de diciembre de 2014 | Publicado en edición impresa

Entrevista con Adriana Rosenberg.

«El poder político no quiere la democratización de las instituciones culturales»

La directora de la Fundación Proa defiende la creación de un «liderazgo cultural profesional», la descentralización y la articulación de las iniciativas públicas y privadas
Por Diana Fernández Irusta

Al frente de Fundación Proa desde 1996, Adriana Rosenberg -que en su momento estudió y trabajó junto a Jorge Romero Brest (con quien fundó la Editorial Rosenberg-Rita Editores)- se mueve en la gestión cultural como pez en el agua. No sólo es la encargada del programa de exhibiciones, las actividades culturales y el fondo editorial del sofisticado espacio cultural anclado a metros de la Vuelta de Rocha, sino que también sabe del delicado equilibrio entre iniciativa privada y políticas estatales que tantos proyectos culturales requieren. «Está comenzando a aparecer una amistad, un vínculo más gentil, entre la sociedad civil y la esfera política», apunta. Pero también señala lo que, a su criterio, es una tendencia que excede al oficialismo: «El poder político no quiere la democratización de las instituciones culturales; quiere tener allí al militante».

Por estos días, Rosenberg está abocada a la exposición del artista chino Cai Guo-Qiang, quien el 21 de enero realizará en La Boca uno de los monumentales espectáculos con fuegos artificiales que lo hicieron conocido a nivel internacional. Sobre ese otro difícil equilibrio, la masividad y la calidad, sostiene que el objetivo de toda gestión debe ser garantizar la diversidad de registros. Y, en cuanto a la asociación entre políticas culturales y personalidades del espectáculo o los medios, dice con vehemencia: «La misión del Estado es ordenar. No mezclar y confundir».

-¿Cómo percibe la articulación entre política cultural e iniciativa privada en la actualidad?

-Son dos esferas que siempre, de alguna manera, van en paralelo. Además, la sociedad civil por un lado y la sociedad política por el otro no sólo en cultura, sino en muchos otros aspectos están muy divididas. También me parece que hay situaciones que vienen de lejos. Por ejemplo, lo que significaba ser un funcionario público en determinadas épocas de la historia. Hoy, aparentemente para un gran sector de la sociedad es importante ser un funcionario público. Creo que es una situación nueva, que lo podés ver tanto en los jóvenes de La Cámpora como en los jóvenes de Pro. Hay toda una nueva generación que quiere comprometerse políticamente de ese modo; a lo mejor en generaciones anteriores no era un orgullo ser funcionario ni vivir del Estado, sino todo lo contrario. Pero ahora está comenzando a aparecer una amistad, un vínculo más gentil, entre la sociedad civil y la esfera política. Por lo menos nosotros, que organizamos el evento de fuegos artificiales con Cai Guo-Qiang -un evento público de carácter internacional-, no podríamos hacerlo sin que la Prefectura, el gobierno de la ciudad, la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables, entre otros entes públicos, se asocien al proyecto. En función de esto, te diría que estamos trabajando muy bien. Al menos en la zona sur, en Vuelta de Rocha, hay mucha voluntad o sueño de que crezca el barrio.

-En este sentido, ¿cuál es su evaluación del funcionamiento de la ley de mecenazgo en la ciudad de Buenos Aires? Es decir, la normativa que permite destinar parte del pago de ingresos brutos a iniciativas culturales.

-Nosotros somos impulsores de esa ley; se presentó en Proa en 2009. Te diría que desde que se implementó creció muchísimo la actividad cultural. Nosotros, como empresa, no podemos financiar proyectos propios. Entonces, Proa lidera el asesoramiento a empresas que quieren participar; las acercamos para que colaboren. Se han beneficiado infinidad de proyectos: el Centro Cultural Nómade, publicaciones, revistas, proyectos cinematográficos. Es un modo de impulsar la actividad cultural muy interesante, que financia proyectos que de otro modo serían inviables. Otro ejemplo: el catálogo de Juan Becú, que se presentó estos días en el Mamba. Creo que el Estado no hubiera participado en esos proyectos, porque tiene otras problemáticas.

-¿Por qué se trabó el impulso de la ley de mecenazgo a nivel nacional?

-Porque es una decisión política. E ideológica. Tiene que ver con cuánto se quiere permitir que la sociedad civil actúe libremente o genere sus proyectos. O, por el contrario, si se tiene una idea de que es el Estado quien tiene que organizar y coordinar los recursos para toda la sociedad. Me parece que éste es el sustento filosófico: el grado de presencia del Estado en la decisión de las políticas culturales.

-¿Hay algún modelo del exterior que le parezca digno de interés?

-En los Estados Unidos la cultura está casi totalmente bajo decisión de la sociedad civil; son todas instituciones privadas: a los museos los liberan de impuestos para que puedan ejercer su actividad. En América latina, Brasil logró un auge extraordinario en el ámbito de la cultura durante los últimos años, con una presencia muy alta a nivel internacional. La pinacoteca del estado de San Pablo es un ente público-privado que recibe fondos del Estado, gerenciados de manera privada.

-¿Y qué ocurre con los modelos más a la francesa, digamos, con una fuerte participación estatal en las políticas culturales?

-Es que depende de cómo se posiciona ese Estado. Puede estar directamente ligado a las políticas culturales o delegar determinadas acciones en personalidades destacadas. Eso se aproxima al estilo francés, donde ciertas personalidades, con sus reconocimientos, lideran las instituciones con fondos del Estado.

-En este contexto, ¿cómo definir la gestión estatal local?

-No es la gestión francesa, claramente. Pero, bueno, hubo intentos. Yo formé parte de la comisión asesora del Museo Nacional de Bellas Artes, cuando salió Glusberg y José Nun era secretario de Cultura. En la comisión, que hizo un trabajo extraordinario, estaban también Luis Benedit, Alejandro Puente. La figura de Américo Castilla [en ese momento director nacional de Patrimonio y Museos] fue muy importante, como la del propio Nun. Fue la primera vez que se logró formalizar un concurso de director de museo, independientemente de la política de turno. Vino un jurado internacional, el licenciado que ganó fue elegido entre cinco proyectos presentados. Hubo una enorme amplitud, transparencia y voluntad de democratización de las instituciones culturales. Hoy este tipo de iniciativas están, lamentablemente, frenadas. El poder político no quiere ceder a la democratización de las instituciones culturales; quiere tener allí al militante.

-¿Esto ocurre especialmente en Cultura?

-En todas las áreas… No sé si son los meritorios los que van ganando espacios.

-Yendo a la gestión cultural diaria, el llamado «cepo al dólar» y las trabas ligadas a la importación, ¿están afectando el armado de muestras internacionales?

-La decisión de seguir conectados con el mundo es una decisión estratégica para nosotros. Las vicisitudes político-económicas de alguna manera se van superando. Por ejemplo, para la muestra de Cai Guo-Qiang no trajimos obra, pero tuvimos que traer materiales, pólvora, papel de Japón, que es con lo que él trabaja, y todo eso significó importar. Efectivamente, gran parte del trabajo en este momento está muy ligado al tema burocrático. En las muestras de Giacometti y Ron Muek, donde trabajamos en conjunto con Brasil, ellos se ocuparon mucho de lo que fue la relación con el exterior. Las divisas salieron de Brasil y desde Proa nos ocupamos de pagar costos locales.

-Esta idea de que estamos viviendo cierto «provincianismo cultural», ¿es una frase hecha o alude a algo de lo real?

-Pienso que es verdad. Las trabas, obviamente, te aíslan. No todas las instituciones tienen la capacidad de atravesarlas. Son trabas económicas, de gestión, laborales, legales. Tenés que contar con muchos profesionales que se aboquen a resolverlas. Proa cuenta con un apoyo que es la organización Techint; ese asesoramiento lo podemos tener. Pero si sos un artista o una institución pequeña, te diría que se te vuelve muy difícil e irremediablemente caés en el aislamiento. También les pasa a muchas instituciones públicas. Me parece que, por un lado, hay una situación, la realidad, con trabas que te van aislando. Y, por otro lado, hay muchos grupos de pensamiento que consideran que es más importante vivir con lo nuestro, reforzar las culturas de aquí, invertir aquí, y tener menos contacto con el exterior. Un fenómeno que se da en todas las áreas.

-¿Se estaría generando un tipo de consumo cultural diferente?

-No, me parece que es algo cíclico. La Argentina siempre pasa por períodos de apertura y de encierro. También hay que considerar que hay disciplinas distintas. En artes plásticas, en las grandes exposiciones internacionales, la relación que tenés que tener con el exterior y las posibilidades de apertura son muy importantes. En teatro, por el contrario, en los últimos años surgieron muchos grupos que salieron al exterior, donde fueron reconocidos, y a lo mejor trabajaron con cuestiones muy locales que aportaron a la escena global un nuevo punto de vista. No se pueden hacer generalidades; en cultura, en arte, hay que considerar situaciones específicas.

-¿Cómo pensar las políticas culturales ancladas en figuras muy conocidas o con impacto mediático?

-Me parece que están ligadas al rédito político. Cuando nombraron a Marcelo Tinelli personalidad destacada de la cultura, no me pareció oportuno. No porque le saque mérito a Tinelli, sino porque él abarca una situación que yo no llamaría cultural, sino propia del mundo del espectáculo, de los medios. El lenguaje tiene posibilidades lo suficientemente amplias como para dar cabida y premios a todo el mundo. Entonces, así sea que el reconocimiento a Tinelli como un personaje cultural les sirva mediáticamente o que realmente quieran agasajarlo, lo que tienen que considerar es que no tiene nada que ver con un escritor, un director de teatro o un artista plástico. Le pueden dar premios a la mejor repercusión televisiva, pueden inventar una cantidad de términos que ordenen el panorama. Pero no son esferas comparables, no todo es lo mismo. Y la misión del Estado es ordenar. No mezclar y confundir.

-En estos tiempos, ¿se puede escindir el éxito de una política cultural de su masividad?

-Hay un fenómeno doble. De algún modo, desde hace 20 años, la problemática de la ciudad como centro de arte en sí misma es algo que muchos curadores vienen reclamando. La idea de que no existan fronteras entre el interior y el exterior de la institución. En la Documenta X, Catherine David tomó la ciudad de Kassel por primera vez como todo un centro cultural. Hay una necesidad del arte de no encerrarse en un cuarto. Los artistas reclaman estar en la calle y que la ciudad sea su lugar de trabajo y su forma de gestión o creación artística. Eso, por un lado. Por el otro, existe tecnología apropiada para realizar transmisiones y grandes eventos con pantallas. El rock es la gran muestra de lo que han incidido los festivales de música en la práctica contemporánea. Desde ese punto de vista, es un requerimiento genuino del arte y los artistas: no encerrarse y cosificarse dentro de una institución. Pero una cosa es traer a los Rolling Stones y llevar a todo el mundo -yo voy feliz a verlos- y otra es presentar el arte contemporáneo de los jóvenes artistas, el teatro de vanguardia, el cine que no es para la masa, sino para pequeñas elites. Y no por eso una actividad debería estar sacando lugar a la otra.

-¿Algo así como salirse de la dicotomía entre local y accesible, o cosmopolita y elitista?

-Es que el artista hoy requiere estar en la ciudad como espacio de cultura. Te doy un ejemplo: este verano vamos a hacer una nueva versión de Caminito, una propuesta teatral de vanguardia que Cecilio Madanes hizo en los años 60 en la calle Caminito, con la ciudad como escenario. Por allí pasaron Sergio Renán, Antonio Gasalla, Jorge Luz. Eran representaciones de alta calidad que en invierno se hacían en salas del centro. Lo más interesante era la presencia de los vecinos, que formaban parte, en las ventanas que dan a Caminito, de las obras. La idea es hacer un gran homenaje a Madanes, y estrenar una obra de Gorki, que se llama Los veraneantes.

-A propósito de la ubicación geográfica de Proa: más allá de las intenciones de promover la zona sur de la ciudad y del circuito turístico de La Boca, la fundación sigue siendo un enclave extraño en medio de un barrio complicado. ¿Cómo se vive esto institucionalmente?

-Lo que pasa es que, a nivel mundial, desde hace 20 o 30 años, la tendencia es instalar instituciones en lugares marginales. O los museos de Gehry, que rompen el tejido urbano y hacen una marca. Hay otra tendencia, donde se inscribe Proa, que tiene que ver con la recuperación, reciclar de alguna manera la historia, recuperar la memoria de las ciudades. La Boca me parece uno de los barrios que tienen mayor tradición artística. Quinquela fue un revolucionario que quiso llevar el arte a la calle; estaba muy ligado a las ideas de las primeras vanguardias. Yo creo que el Distrito de las Artes va a significar un cambio radical en la escena artística urbana. Va a quedar una zona norte mas museística. Y algo más ligado a lo experimental en el Distrito de las Artes.

-Estos procesos son cuestionados por quienes sostienen que llevan a la gentrificación (la expulsión de población propia de esos barrios, desplazada por sectores económicamente más acomodados).

-Es inevitable. Es lo que ocurre en todas las ciudades del mundo. Hoy, en Nueva York, la burguesía quiere vivir en SoHo. Son situaciones que cambian mucho, generación a generación.

-Si tuviera que mencionar acciones ligadas a la cultura en el último decenio, ¿cuáles mencionaría?

-La elección democrática del director del MNBA me parece muy destacada. Algo que se hizo, que hay que hacer y que habría que seguir profundizando. Me parece muy importante armar un liderazgo cultural profesional. Por eso me interesan los posgrados en gestión cultural, que, también en los últimos años, se fueron armando en universidades públicas y privadas. Di Tella, Untref, Quilmes, Unsam, UADE, El Salvador. Al IUNA se está acercando todo el mundo a dar clases, lo que me parece genial. La gestión cultural comenzó a pensarse como profesión. Creo que también marca el último tiempo la creación de algunos nuevos museos en el interior del país: en San Juan, en Santiago del Estero, en Mendoza, en Salta. El más reciente es el Museo de Arte Contemporáneo de Mar del Plata. Iniciativas que, aunque sea un poco, han ayudado a descentralizar.

UN FUTURO POSIBLE, SEGÚN ROSENBERG

CON VISTAS A 2015, ¿QUÉ PRIORIDAD PODRÍA PLANTEARSE EN EL CAMPO DE LO CULTURAL?

El federalismo es algo muy importante. La concentración en la ciudad de Buenos Aires sigue siendo enorme. Con las herramientas tecnológicas que permiten la descentralización, no tiene sentido el enorme desfase con el interior del país. La Argentina se merece algo mejor. De alguna manera, el concepto de urbe que se fundó en el siglo XX hoy está cuestionado. Por ejemplo, el Museo de Antropología de México se funda con la idea del gran museo de la arqueología mexicana. Pero en la actualidad la tendencia son los museos de sitio, que se erigen en el mismo lugar donde se hicieron los hallazgos arqueológicos. Eso impulsa el desarrollo del turismo cultural: en Salta o en las misiones jesuíticas pasa un poco eso. La idea es no extrapolar la cultura, preservar las piezas, incluirlas en su contexto. Las nuevas tecnologías favorecen esta nueva concepción. La visión del territorio tiene que cambiar. Y me parece responsabilidad de las instituciones, públicas o privadas, ocuparse de eso.

MANO A MANO

SOCIABLE Y DECIDIDA MUJER DE GESTIÓN

Llega a la cita, impecable (hay que combinar, en un mismo tono, anteojos, aros y chalina) y generosa (aceptó un cambio de horario y lugar a contramano de sus preferencias). Adriana Rosenberg tiene el don de la sociabilidad. Una facilidad que, en la entrevista, adopta un cariz distinto al que suele mostrar en brunches e inauguraciones de Fundación Proa: están la simpatía y la cordialidad habituales, pero también la concentración, el silencio atento durante las preguntas, el cuidado por poner en palabras exactamente aquello que se quiere decir. Formada con Romero Brest y solicitada como curadora (envíos a la Bienal del Mercosur en Porto Alegre y 51° Bienal de Venecia), la directora de Proa es, ante todo, mujer de gestión. Convencida de la importancia de «estar conectados, tener una red de instituciones asociadas», trabaja y viaja sin parar. «El año que viene, con Cuauhtémoc Medina [curador mexicano] haremos dos exposiciones que llevaremos después a Río -se entusiasma-. Esto significa costos, intelectualidad y departamentos que se mueven. Y un gran crecimiento.»

http://www.lanacion.com.ar/1753915-adriana-rosenberg-el-poder-politico-no-quiere-la-democratizacion-de-las-instituciones-culturales

Gracias, maestro Juan Carlos Benítez

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Realizó la portada del programa de mano y los afiches de Los chismes de las mujeres en la última temporada del Teatro Caminito.

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http://www.jcbenitez.com

Afiche de Carlos Alonso para «La pérgola de las flores», 1964

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CECILIO MADANES EN LA PLATEA DEL TEATRO CAMINITO

IMG_3995 Las 700 sillas que conformaban la platea fueron donadas por los 700 amigos del Teatro Caminito.

Valeria Munarriz participa en «La pérgola de la flores», «La verbena de la paloma» y «Angelito, el secuestrado»

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Ernesto Schoo, crítico teatral

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Delia Cancela, diseño de vestuario para la temporada 1968

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Jorge Luz y Claudio Segovia durante la entrevista

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Viendo el álbum de fotos de Madanes y el Teatro Caminito

Valeria Munarriz, actriz-cantante

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Cecilio Madanes, Director del Teatro Caminito

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Jorge Luz interpreta a Zan Gannassa en la temporada 1961

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«Il corvo» de Carlo Gozzi

Julio López, actor

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Edda Díaz interpreta al duende Puck en «El sueño de una noche de verano», 1968

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Claudio Segovia, diseñador de vestuario

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Vestuario para los personajes terrestres en «EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO», 1968

Jorge Luz protagonista de «Las picardías de Scapin», 1958

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Aída Luz, aviso publicitario de la época

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Teatro Caminito, 1957-1973

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Gracias, Nelson Dufau

la foto 2-001Participó en tres temporadas del Teatro Caminito:

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«El sueño de una noche de verano», 1968

¡Feliz cumpleaños, Delia Cancela!

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Gracias, Lorena Dimeo

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En la Librería Proa

Aula de la Escuela Museo Benito Quinquela Martín (1958)

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Gracias, Ana Gallardo

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Anna Mendes

BUENOS AIRES GUÍA PRÁCTICA y DIDASCALIAS DEL TEATRO CAMINITO

Mijaíl Nikoláyevich Baríshnikov en la Librería Proa

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Gracias, Agustín Pérez Rubio

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CAI GUO-QIANG

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Librería Proa

El célebre artista chino se encuentra en Buenos Aires con el propósito de conocer la ciudad y analizar la posibilidad de ofrecer uno de sus famosos espectáculos artísticos de fuegos artificiales a fines de este año. A su vez, estudiará los espacios expositivos de Proa con el objetivo de presentar una exposición de su obra.
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Cai Guo-Qiang es uno de los artistas vivos más importantes de la escena contemporánea. Sus intervenciones en grandes ciudades realizadas con pólvora y fuegos artificiales lo convirtieron en una estrella internacional .Su más reciente exhibición Cai Guo-Qiang: Falling Back to Earth, está expuesta, desde noviembre de 2013, en la Galería de arte Moderno de Australia.
http://www.caiguoqiang.com/

Patricia Schneier, sobrina de Cecilio Madanes

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Feliz encuentro en la Librería Proa

Entrevistados

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Caty Bónica, Kive Staiff, Ernesto Schoo, Valeria Munarriz, Jorge Luz, Julio López, Claudio Segovia, Delia Cancela y Edda Díaz

Gracias, JUAN STOPPANI

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En Librería Proa

Wikipedia

Cecilio Madanes

Cecilio Madanes
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Cecilio Madanes en 1975.
Nacimiento 2 de diciembre de 1921
Flag of Ukraine.svg Ucrania
Fallecimiento 2 de abril de 2000, 78 años
Bandera de Argentina Buenos AiresArgentina
Nacionalidad Flag of Argentina.svg Argentina
Área Pinturaescenografíadirector teatral

Cecilio Madanes (n. en Ucrania el 2 de diciembre de 1921 – f. en Buenos Aires el 2 de abril del 2000) fue un director teatral, escenógrafo, productor y creador teatral. Una de las figuras señeras del quehacer teatral argentino de la década del 50-60, fundó el Teatro Caminito.

Carrera

Comenzó estudiando Bellas Artes en la escuela Prilidiano Pueyrredón, hasta que una obra escolar le despertó la vocación teatral:

«Descubrí una obra anónima en la revista Sur que dirigía Victoria OcampoLa farsa del licenciado Patelín, que me pareció muy divertida»1

Esa obra se representó en los teatros Alvear y Cervantes.

En 1947 recibió una beca de Francia para continuar sus estudios teatrales en París. si bien la beca era por ocho meses, Madanes terminó estableciéndose en Francia por ocho años, en los cuáles conoció a Jean Cocteau y Georges Braque, y estudió en el Conservatorio de Arte Dramático de París, con Louis Jouvet.

Caminito, escenario del teatro callejero de Madanes.

Amelia Bence, Cecilio Madanes y Amalia Lacroze en 1997.

Fue el creador de «teatro Caminito», una experiencia de teatro callejero en el barrio de La Boca, que se extendió entre 1957 y 1973. Se presentaron piezas de ShakespeareMolière y García Lorca, entre otras, con la participación de importantes actores argentinos como Aída LuzJorge LuzBeatriz Bonnet, etc.

«De mí surgió la idea, pero fue la concreción de una suerte de magia colectiva en la que participamos desde autores, actores y técnicos hasta vecinos de La Boca (…) es lo más importante que haya hecho en mi existencia».2

Trabajó también en televisión, en el Canal 7, donde realizó ciclos de teatro y llegó a ser responsable de la programación general.

Entre varias obras de teatro, dirigió: «Estrellas en el Avenida» (en 1961, con la actuación de Tita MerelloTato BoresHugo del Carril y María Antinea), «Amadeus»«Las relaciones peligrosas» (con Oscar Martínez y Cecilia Roth), y «Equus» obra de teatro que lanzó a la fama a Miguel Ángel Solá.

En el período entre 1983 y 1986, fue director del teatro Colón. En su gestión intentó ampliar la oferta para lograr una mayor concurrencia de público acostumbrado a la ópera.

«Luego vino el Teatro Colón: Hice todo lo que pude. Opera para niños, espectáculos al aire libre, Julio Bocca bailando en una plaza… Cosas que no eran habituales en ese momento y lo pasaron a ser después.»1

En 1984 actuó en la película Camila (film argentino nominada al Óscar), de María Luisa Bemberg.

Falleció en el 2000 a causa de leucemia.

Selección de obras dirigidas

Piezas teatrales

Ópera y zarzuela

Premios y distinciones

  • 1989 «Premio Konex Música Clásica – Diploma al Mérito»
  • 1995 «Ciudadano ilustre de la Ciudad de Buenos Aires»

Referencias

  1. ↑ Jump up to:a b Senanes, Gabriel (2000). ««Murió Cecilio Madanes»». Buenos Aires, Argentina: Diario Clarín (edición online). Consultado el 12 de julio de 2008.
  2. Jump up↑ Martínez, Adolfo (2000). ««Murió Cecilio Madanes, un innovador de la escena teatral»». Buenos Aires, Argentina: Diario La Nación (edición online). Consultado el 12 de julio de 2008.
  3. Jump up↑ ««Premios Konex»». Buenos Aires, Argentina: Fundación Konex (2008). Consultado el 12 de julio de 2008.

Enlaces externos

Mesa de Presentación

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Gracias!

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Fotografía de Alejandra Radano

Después de la presentación

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Gracias Caty Bónica, Cora Roca, Edda Díaz y Delia Cancela

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Presentación del libro DIDASCALIAS DEL TEATRO CAMINITO en el Auditorio de la Fundación Proa

Cora Roca organizando la presentación de DIDASCALIAS DEL TEATRO CAMINITO

Cora Roca en la Librería Proa

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Portada del libro de Cora Roca

Caty Bónica con su ejemplar de DIDASCALIAS DEL TEATRO CAMINITO en la puerta de la FUNDACIÓN PROA

Las Eddades de la Díaz

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Perfil en Facebook de Edda Días + Portada de Didascalias del Teatro Caminito

DELIA CANCELA y PABLO MESEJEAN, Vestuario para EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO, 1968

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DELIA CANCELA y PABLO MESEJEAN, Vestuario para EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO, 1968

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Ernesto Schoo

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Ernesto Schoo, 1925-2013

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Ernesto Schoo: ayer murió el decano del periodismo cultural 1925-2013

Martes 16 de julio de 2013 | Publicado en edición impresa
Por Hugo Beccacece  | Para LA NACION

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La imagen que ilustró su columna de teatro. Foto: Archivo / Mariana Araujo

Fue el periodista cultural argentino más importante del último medio siglo y no son pocos los colegas de generaciones posteriores que se consideran sus discípulos y lo tuvieron como ejemplo. En verdad, Ernesto Schoo, que murió ayer, en Buenos Aires, a los 87 años, tenía una vocación literaria y se definía como «un escritor que hace periodismo». Las horas que consagró a trabajar en las redacciones le robaron tiempo para desplegar una obra narrativa y ensayística más vasta, pero sus reseñas, sus crónicas y sus retratos de personajes fueron escritos con la técnica de un narrador. De hecho, aconsejaba a los principiantes que «contaran las noticias como un cuento».

Había nacido en Buenos Aires el 12 de octubre de 1925. Era descendiente de irlandeses y gallegos, pero se decía criollo «como el mate». Uno de sus antepasados era el general Roca, con el que en los últimos años, cuando se dejó crecer barba y bigotes, tenía un notable parecido. Estudió en la Escuela Argentina Modelo y después se anotó, sin ninguna inclinación, en la Facultad de Derecho; al poco tiempo, pasó a Filosofía y Letras, donde el griego le producía un sopor irreprimible. Se alejó pronto de los estudios universitarios. Por esa época, mediados de la década de 1940, trabajaba como auxiliar en la Aduana, pero lo que le interesaba era el arte y la literatura: estaba al tanto de todo lo que había en cine, teatro y pintura. Uno de sus compañeros de secundario, Daniel Alberto Dessein, convertido en editor del suplemento cultural de La Gaceta de Tucumán, le propuso en 1948 que comentara libros para ese diario. Así se inició en el periodismo y comenzó a tejer relaciones con los grandes escritores de la época dorada de la literatura nacional. En 1956 ganó un premio auspiciado por Esso y la SADE con el cuento «En la isla». Los jurados eran Jorge Luis Borges y Manuel Mujica Lainez.

Éste, posteriormente, lo presentó en LA NACION para que lo reemplazara como crítico de artes plásticas durante un largo viaje. Después pasó a la sección Espectáculos, donde cubría cine y teatro junto a Tomás Eloy Martínez. Los dos, apasionados por los directores europeos (eran los años de la nouvelle vague , de Ingmar Bergman y del cine italiano de Fellini, Visconti y Antonioni), imprimieron una dinámica y un enfoque inéditos a la información cinematográfica. En 1961, Schoo entró en Vea y Lea y, de 1962 a 1969, fue el jefe de Arte y Espectáculos de Primera Plana. Desde allí, ejerció una enorme influencia sobre las tendencias y el gusto de los lectores. La revista decidía el éxito o el fracaso de cualquier hecho de cultura. Cuando Primera Plana fue clausurada, en 1969, Schoo pasó a Panorama, y más tarde, de 1975 a 1977, a La Opinión. A partir de entonces integró numerosas redacciones en las que siempre se ocupaba de temas culturales.

Sólo en una oportunidad fue funcionario. De 1996 a 1998, se desempeñó como director general del Teatro General San Martín. A pesar de su amor por la creación teatral, o quizá precisamente por eso, renunció al cargo, abrumado por los laberintos de la burocracia.

A mediados de la década de 1990, Schoo volvió a LA NACION como columnista de Espectáculos, colaborador del suplemento Cultura y crítico teatral. Su columna sobre teatro salió publicada por última vez el 12 de junio, y nunca dejó de escribirla durante su convalecencia. Sus notas eran ejemplares. Conservaba la frescura de la mirada, el olfato para la calidad y su juicio, enriquecido por más de sesenta años de profesión, había ganado en equilibrio y en perspectiva histórica. Esa combinación hacía de él un referente indiscutible. Era uno de los pocos críticos que podían escribir sobre los distintos aspectos de una puesta escénica porque los había estudiado y practicado (hasta había sido actor en la juventud, dirigido por Héctor Bianciotti). En cine, fue guionista de la película De la misteriosa Buenos Aires (1981) y Cuatro caras para Victoria (1982), de Oscar Barney Finn, sobre cuentos de Manuel Mujica Lainez, y adaptó para la televisión los relatos «El dominó amarillo» y «El coleccionista», del mismo autor.

Como novelista, Schoo se inició tardíamente con Función de gala (1976), en la que el humor camp llega a adquirir un carácter siniestro. Dos años más tarde, apareció El baile de los guerreros, que parte de una idea muy original: el matrimonio Guerrero celebra sus bodas de oro en 1896 con un baile al que los invitados deberán ir vestidos como en 1846, cuando la pareja contrajo casamiento. Eso significa que la concurrencia, para ser fiel a la historia, tiene que llevar la divisa unitaria o la punzó. Por supuesto, pasa lo que sigue pasando en la Argentina: los dos bandos se enfrentan de un modo grotesco y dramático porque no pueden superar el pasado.

En 1988, aparecieron dos títulos de Schoo: la novela El placer desbocado y los cuentos de Coche negro, caballo blanco (Primer Premio Municipal). Ese mismo año, Schoo ganó la beca Guggenheim. Al año siguiente, se editó Ciudad sin noche, una novela satírica y erótica sobre samuráis. Los libros siguientes fueron Pasiones recobradas (1997), que reúne una serie de retratos de escritores y artistas, y Cuadernos de la sombra (2001), sus memorias de infancia.

En los últimos años, obtuvo numerosos reconocimientos: el gobierno francés lo convirtió en Chevalier des Arts et des Lettres, obtuvo el Premio Konex de Platino e ingresó en la Academia Nacional de Periodismo. Su libro postrero, Mi Buenos Aires querido, reúne una colección de viñetas sobre la ciudad que él amó con una rara intensidad. Por sus calles caminaba, incansable, descubriendo y admirando edificios de los que revelaba la imprevista nobleza. Asociaba las torres de inspiración neogótica, las molduras y los atlantes de la Avenida de Mayo a lo que había visto y admirado en ciudades remotas. Con las palabras tendía puentes en el espacio y en el tiempo que iban del Río de la Plata a Europa. Su prosa de límpida sintaxis siempre tenía la entonación y el ritmo perfectos. La habitaban una honda sensualidad y el sentido del humor. En la mejor tradición criolla, sus brazos y sus ojos estaban abiertos al mundo.

http://www.lanacion.com.ar/1601356-ernesto-schoo-ayer-murio-el-decano-del-periodismo-cultural

Jorge Luz

Cecilio Madanes, Director

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Caty Bónica – Valeria Munarriz – Jorge Luz – Julio López – Jorge Luz y Edda Díaz

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Jorge Luz (1957) – Valeria Munarriz (1965) – Edda Díaz (1968)

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Julio López en «Los millones de Orofino», 1963

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Cecilio Madanes

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Jorge Luz y Claudio Segovia durante la entrevista

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Cecilio Madanes

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Cecilio Madanes – Delia Cancela y Pablo Mesejean

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Delia Cancela – Pablo Mesejean- Jorge Luz- Edda Díaz y Julio López

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Julio López – Caty Bónica – Valeria Munarriz- Jorge Luz y Edda Díaz

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Jorge Luz – Edda Díaz – Caty Bónica

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Cecilio Madanes, Director del Teatro Caminito

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