Delia Cancela (vestuarista)

DELIA CANCELA y PABLO MESEJEAN retratados por BARRY LATEGAN para VOGUE ENGLAND, 1970

DELIA CANCELA nació en Buenos Aires, el 10 de octubre de 1940. Cursó estudios superiores en la Escuela Nacional de Bellas Artes. En 1966 recibió el premio Braque, el Premio Adquisición del XXV Salón de Arte de Mar del Plata, y el Premio Instituto Di Tella.

Se destacó en dos importantes muestras: New Art of Argentina, que recorre distintas ciudades de EEUU, y Experiencias Visuales (1967 y 1968) en el Instituto Di Tella, donde se sumó como vestuarista de espectáculos teatrales.

En 1971 creó en Londres junto a Pablo Mesejean la marca de ropa Pablo and Delia. De allí se mudó a París y trabajó en revistas como Vogue y Harpers Bazar realizando ilustraciones relacionadas con la moda. Colaboró con Yves Saint Laurent, Kenzo y con el Grupo Createurs.

En 1999 regresa a la Argentina y participó en exposiciones colectivas realizadas en Buenos Aires, Córdoba, Montevideo, Ámsterdam, Texas, Minneapolis y París, entre otras ciudades.

En  2001 recibió el Premio Directorio a la Trayectoria del Fondo Nacional de las Artes.

 

VESTUARISTAS

D. K.: Aunque en los programas de mano de Caminito aparecés como vestuarista, vos no te considerás así.

D. C.: No me interesa definir a mi trabajo como vestuarista. Primero porque son realmente contados con los dedos de la mano los vestuarios que hice. No me he dedicado a eso, y no tengo una visión de vestuarista. Yo me extasío cuando veo por ejemplo los vestuarios de Milena Canonero que ha hecho para María Antonieta. ¡Es fantástica! Le tengo un respeto increíble. Es una creadora. Si tuviese la posibilidad de hacer un vestuario así: conozco cómo trabajar el material, tengo los conocimientos de la época. Pero no tengo la técnica, es muy importante la técnica.

D. K.: Y no la desarrollaste, porque no te interesa.

D. C.: No me interesó.

D. K.: Hacer únicamente vestuario seccionaría tu trabajo.

D. C.: Claro, cuando hice el vestuario en el Teatro Colón para Las Bodas de Fígaro me la pasé leyendo, estudiando y mirando documentación de la época.

D. K.: Para nutrirte.

D. C.: Aunque ya lo conocía, quería saber mejor todavía. Cómo se hacía una falda, como se cortaba, como era la forma, y me entusiasmó tanto que me pasé semanas. Es decir, me encanta pero siento que no es mi trabajo.

Cuando finalmente iba a  empezar, en el Colón no tenían presupuesto.

– “No, telas hay que comprar.  No hay”.

– “Bueno, ¿qué hay?”

-“Nada”.

Y me mostraron lo que tenían.

Les dije: – “Hay lienzo. Bueno, vamos a hacer todo en lienzo y todo lo que es la introducción del color y la decoración vamos a hacerla con todos los retazos. Nylon, seda, todo mezclado y con eso vamos a hacer las ataduras y los bordados. Y eso de lejos, va a quedar».

Yo sabía que el lienzo no era lo mismo que una seda o una taffeta de seda, ¿viste? Pero bueno, no había…

D. K.: Vamos con el lienzo.

D. C.: Pero a mí me gusta lo cercano.

D. K.: El cine permite eso, con el primer plano.

D. C.: Cuando hago ropa quiero que la gente esté al lado, que la vea, que la toque, que la sienta. El teatro es una lejanía. Todo es la apariencia de algo que no es en realidad.

La gente decía –“Ay, son plumas”. Parecían plumas,  pero no eran. Reconozco que es lindo también ese juego, pero  no es mi fuerte.

D. K.: Haciendo ropa, trabajas como si estuvieras pintando un cuadro.

D. C.: Para mí, la imagen es fundamental.

D. K.: Sos una artista que se expresa haciendo ropa, o en un cuadro.

D. C.: Así es.

 

EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO

D. K.: ¿Madanes te acercó para que leyeras la versión que hizo “Manucho” Mujica Láinez de El sueño de una noche de verano?

D. C.: Seguramente. No me pidas que te conteste con certeza, pero creo que sí habré leído su traducción. En aquella época mi inglés todavía era muy rudimentario.

D. K.: Con el vestuario hubo una situación bastante atípica. Madanes repartió los roles: vos y Pablo Mesejean vistieron a los personajes de fantasía; y Claudio Segovia hizo los personajes terrestres.

D. C.: Para mí fue una ridiculez. Pero gracias a eso, conocimos a Claudio. Cecilio pensó que nosotros no éramos capaces de hacer los personajes terrestres. Y podríamos haberlos hechos perfectamente.

D. K.: Pero ustedes eran los «locos», los «modernos».

D. C.: No éramos gente de teatro, hacíamos cosas muy experimentales. Pero bueno, a él le pareció así, y dividió. ¿Y por qué no, viste?

D. K.: Bueno, la obra está dividida en esos dos planos: los humanos por un lado…

D. C.: Y los duendes y hadas, por el otro.

D. K.: ¿Veían el trabajo de Segovia durante la época de ensayos? 

D. C.: No, trabajamos por separado.

D. K.: Los personajes estaban atravesados por el bosque. Los vistieron con pedazos de plantas, de hojas, flores. Fue una propuesta frondosa. ¿Fue una propuesta de ustedes, o una propuesta de Madanes?

D. C.: Fue nuestra.

 

CANCELA – MESEJEAN

D. K.: ¿Y con Pablo como trabajabas? ¿Quién de los dos dibujaba? ¿Cuáles eran las áreas de cada uno?

D. C.: Hablábamos mucho. Yo era una gran charlatana en la intimidad, después no. Pero en los proyectos: sí. Nos contábamos todo lo que se nos ocurría. “Podemos hacer esto”. Teníamos grandes discusiones: a veces calmas, y a veces menos calmas.

D. K.: Eran pareja, y funcionaban muy bien trabajando juntos.

D. C.: Funcionábamos muy bien. A veces uno que tenía más ganas de dibujar, y el otro no.  O a veces se le ocurría a uno, y al otro no. A veces yo comenzaba con el dibujo, y Pablo decía: “No, hacé esto otro».

D. K.: Era en conjunto absolutamente, no había fronteras.

D. C.: No había problemas. No era: “esto es mío, y esto es tuyo”.

D. K.: Siempre funcionó Cancela-Mesejean.

D. C.: A pesar de que éramos muy diferentes, las ideas surgían de una misma fuente. Era muy extraño.  Aceptábamos la idea del otro, y enseguida la incorporábamos. Había una esencia que nos reunía.

D. K.: ¿Te acordás como los convocó Madanes? Si se acercó hasta el Instituto Di Tella.

D. C.: No, no me acuerdo absolutamente nada. Pero seguramente que al primero que  miró fue a Pablo…

(Risas)

D. K.: Pero bueno, era trabajo…

D. C.: A mí me tuvo que soportar.

D. K.: Venías en el combo.

D. C.: Evidentemente, Madanes estaba interesado en nuestro trabajo. Nos encargó que además hiciéramos el póster del espectáculo. Nosotros necesitábamos plata, porque nos íbamos de viaje.

D. K.: Hicieron el trabajo, Madanes les pagó y ustedes se fueron. Porque entiendo que la obra se estrenó, y a los pocos días ustedes viajaron.

D. C.: ¿Cuándo se estrenó?

D. K.: En Diciembre de 1968.

D. C.: Sí, con Pablo nos fuimos en Enero. Llegamos a New York con nieve.

D. K.: Fue un año intenso. Ustedes habían hecho Ropa con riesgo en el Di Tella.

D. C.: Así es, hicimos Di Tella y Caminito.

D. K.: Y la ambientación en el Duque de Bedford.

D. C.: ¿Cómo encontraste eso?

D. K.: Buscando material para esta investigación fui al Museo del Cine, y entre las trescientas fotocopias que saqué sobre Madanes, estaba este flyer. 

D. C.: No me acuerdo de nada. Lo miro, y evidentemente reconozco el dibujo de Pablo. Y ese saco de dandy es típico mío.

D. K.: Lo extraño es que nada tiene que ver con Madanes, y estaba pegado en una de las hojas. Al llegar a casa, lo descubrí. 

D. C.: Mirá las cosas como se mueven, es impresionante.

D. K.: Cuando uno está dispuesto, se topa con situaciones así. Valoro tanto tu trabajo, y reconstruir el proceso de creación del Teatro Caminito fue un rompecabezas. Al no estar Cecilio con vida, tuve que hacer un trabajo de detective. 

D. C.: Claro, porque no hay casualidades. Me acuerdo que en esa época íbamos a Sábados continuados de invitados.

D. K.: Con Pipo Mancera. ¿Te daba timidez la tele?

D. C.: Tengo una imagen de aquél set de televisión: yo vestida con una botitas negras con un tacazo, y una pollerita mini  de color rosa.

D. K.: Claro, te acordás de la ropa…

D. C.: Y creo que un sweater. Era negro y la pollerita rosa imitación pie. Y me acuerdo que en esa época tenía el pelo con flequillo. Es todo lo que me acuerdo.

D. K.: Eran los infantes terribles en la tele, ¿o desde que lugar los veían?

D. C.: Si, éramos los pop.

 

OTRAS PRODUCCIONES DEL TEATRO CAMINITO

D. K.: ¿Habías visto alguna obra en Caminito antes de tu participación?

D. C.: Sí. Había visto La pérgola de las flores.

D. C.: Me acuerdo de Jorge Luz. Era la estrella.

D. K.: Uno de los candidatos para hacer el papel del duende Puck era Jorge Luz.

D. C.: Me parece que Horacio Pedrazzini trabajó en Caminito.

D. K.: En La verbena de la paloma hizo el papel del Dependiente.

D. C.: Horacio Pedrazzini y Facundo Bo trabajaban mucho con nosotros. Con Alfredo Arias, con Marilú Marini, éramos todos amigos.  Hicimos Danza bouquet, Love & Songs. Horacio era un niño, era muy joven.

D. K.: ¿Vive en París?

D. C.: Horacio vive acá.

D. K.: ¿Vive acá? Estaría bueno conocerlo. ¿Tenés su facebook? 

D. C.: Horacio no tiene teléfono, ni facebook, ni casa. Vive encerrado en un hotel del centro. Está desconectado de todos.

D. C.: ¿“Los  chismes de las mujeres” en qué año se hizo?

D. K.: Hubieron dos puestas. En 1957, y en 1973.

D. C.: ¿Y en el año 73 fue el final?

D. K.: Esa fue la última puesta que hizo Madanes en Caminito.

D. C.: ¿Qué pena, no?