EL LEGENDARIO TEATRO CAMINITO REABRE SUS PUERTAS DESPUÉS DE CUATRO DÉCADAS, TIEMPO ARGENTINO

tiempo-argentinoEl espacio artístico al aire libre que funcionó en el barrio de La Boca entre 1957 y 1973 se reinaugurará con la obra Los veraneantes, del ruso Máximo Gorki. Por su escenario pasaron Jorge y Aída Luz, Juan Carlos Altavista y Antonio Gasalla.

33-4Será mañana a las 20, con un homenaje a su creador, Cecilio Madanes

Abrió sus puertas en diciembre de 1957, como un experimento que, según su propio creador, «podía durar dos semanas y finalmente duró más de quince años». Con dos representaciones diarias y setecientos espectadores por función, revolucionó las calles de La Boca y la vida teatral de la ciudad, hasta 1973, cuando se bajó su telón por última vez. Mañana en la noche, más de cuatro décadas más tarde, el Teatro Caminito se reinaugurará, a las 20, con un homenaje a Cecilio Madanes, su mentor, y una función, media hora más tarde, de Los veraneantes, una obra de Máximo Gorki, adaptada y dirigida por Lautaro Vilo, que se mantendrá en cartel hasta el 22 de febrero, todos los miércoles, viernes y domingos a las 19, con entrada libre y gratuita.

El teatro abierto que Cecilio Madanes ideó, inspirado en un viaje a Venecia, fue epicentro de la cultura local: «Manucho» Mujica Láinez traducía las obras del inglés; Raúl Soldi y Carlos Alonso diseñaban las portadas de los programas de mano; Delia Cancela y Pablo Mesejean eran responsables del vestuario. En esa intersección entre el pasaje Caminito y Magallanes, que poco se parecía al actual paseo turístico, Madanes estrenó Los chismes de las mujeres, La zapatera prodigiosa, Una viuda difícil, La pérgola de las flores y Sueño de una noche de verano. Esas piezas fueron representadas por intérpretes que dejarían su huella para siempre en las tablas porteñas, entre ellos, Jorge y Aída Luz, Juan Carlos Altavista, Oscar Araiz, Edda Díaz, Diana Maggi, Eva Dongé, Antonio Gasalla y Violeta Antier.

«Hay una búsqueda por la continuidad que se sostiene en tratar de entender cuál fue el núcleo de lo que pasó, de lo que se hizo. Me parece que ese núcleo tenía que ver, por un lado, con un estilo de actuación que hoy se vuelve un poco insostenible, y por otro lado, con un repertorio, que sí se puede mantener, porque las obras clásicas no pierden vigencia y porque el entorno, el escenario, tienen la impronta de las grandes obras. Obviamente es imposible hacer teatro en Buenos Aires sin incorporar algo de lo nuevo, pero es cierto que este es un espacio menos predispuesto a propuestas experimentales, que tienen en general exigencias más particulares. Me gustaría contar con un repertorio sofisticado, con sustancia, pero que a la vez sea directo y accesible», explicó a Tiempo Martín Bauer, director artístico del Teatro Caminito, también director del Ciclo de Conciertos de Música Contemporánea del Teatro General San Martín.

Bauer fue el impulsor, junto al Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, de la reapertura del teatro, que contó con la colaboración del Complejo Teatral de Buenos Aires y la Fundación Proa. Pero también es director de Historia de un soldado, la obra que se inaugurará el 13 de marzo y permanecerá en cartel hasta el 29 de ese mes.

La obra de teatro musical de Igor Stravinsky, con traducción de Beatriz Sarlo sobre el original de Charles Ferdinand Ramuz, se presentará los viernes, sábados y domingos a las 19, también con entrada libre y gratuita.

«No sé si existe una demanda que el teatro viene a cubrir, o si lo que uno hace es interpelar, formar, elegir un público a través de la elección del programa y del repertorio. Pero creo que Caminito tiene una atmósfera de lo popular: en principio, es un lugar al que la gente va. Porque hay lugares a los que la gente todavía no se anima a ir», agregó Bauer, y se sinceró: «Es un intriga para nosotros saber cuánta reserva hay para ver estos textos, si estamos o no acertados con esta propuesta, si los efectos que dejó la tele son mayores de los que uno supone, pero tenemos mucha esperanza.»

Cecilio Madanes y una suerte de magia colectiva

Cecilio Madanes nació el 2 de diciembre de 1921 en Ucrania, pero vino muy tempranamente junto a sus padres a instalarse en el barrio de Once. En la Argentina empezó sus primeros pasos ligados a la creación artística, pero sus estudios en París, durante los años ’40, lo marcaron a fuego, gracias a las conversaciones que mantuvo con Jean Cocteau, Georges Braque y Louis Jouvet.

De regreso a Buenos Aires, a mediados de los ’50, dio vida al Teatro Caminito, un hito insoslayable en la historia del teatro argentino. “Fue lo más importante que haya hecho en mi existencia”, “fue el hijo que nunca tuve”, repetía. Pero nunca olvidaba acompañar esas expresiones con otra advertencia: «De mí surgió la idea pero fue la concreción de una suerte de magia colectiva en la que participamos desde autores, actores y técnicos hasta los vecinos de La Boca«.

Gestor del teatro como espectáculo popular, las obras ofrecidas en esa calle modificaron la rutina y la historia de esa vecindad y ese barrio. Según recuerda Diego Kehrig en Didascalias del Teatro Caminito, un libro que reconstruye anécdotas de esos años, lo particular de esa propuesta tenía que ver con el modo en que se excedía el escenario y la obra avanzaba sobre balcones y ventanas de las casas contiguas.

Con el retorno democrático, en 1983, el entonces presidente de la Nación, Raúl Alfonsín, nombró a Madanes director general del Teatro Colón, cargo en el que permaneció hasta 1986. Su gestión logró enormes convocatorias e incorporó un público hasta entonces ajeno a ese ámbito: el infantil. Murió el 2 de abril de 2000, a los 78 años.

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TIEMPO ARGENTINO
26/01/2015

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