Para cambiar el aspecto del arte dramático pido solamente un teatro muy amplio. Que pueda ofrecerse, cuando el tema lo permita, en una gran plaza con sus edificios adyacentes. O en el atrio de un palacio, o de un templo. Lugares distribuidos de manera que el espectador pueda contemplar toda la acción. En nuestros teatros nunca podemos mostrar más de una. Mientras que en la realidad, las acciones suelen ser simultáneas. Esperamos al hombre de genio que sepa combinar la pantomima con el discurso, alternar una escena hablada con una muda, y sacar ventaja de la reunión de las dos escenas, y sobre todo, de la contigüidad, cómica o terrorífica, de esa conjunción que siempre debe acontecer.
Denis Diderot. Sobre el teatro popular francés, 1752
Cecilio Madanes fue un director de teatro argentino de amplia trayectoria internacional. Formado en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, ha cumplido una importantísima labor que lo ha vinculado exitosamente al teatro de prosa, al teatro lírico, al cine y a la televisión.
Becado por el gobierno de Francia para cumplir estudios de teatro en París, permaneció durante ocho años en Europa donde se desempeñó junto a figuras tan destacadas como Jean Cocteau, Vittorio Gassman, María Félix, Daniel Gélin, Auro Bautista.
Asimismo, fue becario de los gobiernos de Estados Unidos, Inglaterra e Israel, y en nuestro país del Mozarteum Argentino, para una segunda visita a París.
En 1956 organizó la primera exposición flotante de pintores argentinos sobre un crucero alrededor del mundo, y obtuvo un amplio suceso y reconocimiento.
Al año siguiente fundó el Teatro Caminito, en el popular barrio de la Boca y ofreció una docena de temporadas estivales hasta 1973. Visitó México, Chile y Brasil con este teatro. En 1968 viajó a Italia para organizar el Teatro Caminito en Roma, que tuvo como protagonista a la gran actriz Paola Borboni.
Su labor en la televisión argentina es igualmente importante, recordándose el ciclo integral del repertorio de Caminito, que ofreció, en 1972, Canal 9; además de otras producciones del teatro universal.
Invitado en 1965 por la dirección del Teatro Colón, realizó la puesta en escena de La Traviata. Y regresó a este escenario con Manon Lescaut (1966), El Cónsul (1967), La zapatera prodigiosa (1968), Juana de Arco en la hoguera y Murciélago (1974), y Luisa Fernanda (1975).
Por su constante y variada labor Cecilio Madanes ha sido condecorado por organismos de nuestro país y del extranjero, entre ellos los gobiernos de Italia y Francia, la Asociación de Críticos Teatrales y el Instituto Argentino-Brasileño de Cultura.
En 1964, en ocasión de la visita que realizara a Buenos Aires el entonces presidente de la República Francesa General Charles de Gaulle, fue condecorado como Chevalier dans l´Ordre des Arts et Lettres por dar a conocer en el Teatro Caminito, y en otros escenarios del país, obras de autores franceses clásicos y contemporáneos.
Entre otras de sus realizaciones se encuentran: Equus de Peter Schaffer, Doña Rosita la soltera de García Lorca, protagonizada por Thelma Biral; Hay que salvar a los delfines de Moncada con la intervención principal de Analía Gadé.
En 1981 se produce su retorno al Teatro Colón para la dirección escénica de Romeo et Juliette de Gounod. Por este último trabajo obtiene el “Premio a la Mejor Puesta” del año, otorgado por la “Asociación Verdiana de Ópera”.
Se desempeñó como Director General del Teatro Colón desde 1983 hasta 1986. Durante su gestión, incluyó a un público que hasta el momento resultaba ajeno al Gran Escenario Porteño: los niños.
Participó en la película Camila de María Luisa Bemberg, y dirigió Las relaciones peligrosas con Oscar Martínez y Cecilia Roth en el Complejo La Plaza.
Cecilio Madanes falleció el 2 de abril del 2000.
BITÁCORA LABORAL
1959
Cecilio Madanes dirige Miércoles de ceniza de Luis G. Basurto. Cubren el rol principal dos grandes actrices, alternativamente: los miércoles, viernes y domigos lo hará Tita Merello; y los martes, jueves y sábados el personaje será cubierto por Eva Franco.
Por contrato, ambas actrices no podrán hablar entre ellas. Ni consultar a los técnicos ni colaboradores sobre el modo en que la otra actriz aborda el papel durante los ensayos.
Esta estrategia resulta un claro ejemplo de las habilidades de Madanes para crear expectativa en la prensa y el público. Sus propuestas ofrecen siempre una singularidad que excede los límites del escenario.
En este caso, dos enormes y reconocidas intérpretes harán el mismo papel durante la misma temporada, generando rivalidad e intriga entre ellas, y atrayendo a periodistas y espectadores a un doble circuito de asistencia.
1960
Programa de mano «Así es la vida». Dirección: Cecilio Madanes, Teatro Odeón, 1960
La Prensa / Fecha de publicación: 14 de febrero de 1960
Opina el director Cecilio Madanes
Toca hoy contestar, en la encuesta iniciada en estas páginas, a los directores de teatro en actividad. Hoy, Cecilio Madanes.
¿Cómo ve la temporada de 1960? –preguntamos.
El año ha comenzado en forma muy promisoria. Además de Caminito existen tres teatros más al aire libre. Schiller, Aristófanes, García Lorca, son nombres que dan una pauta si se considera que estamos en pleno verano.
Para mediados de marzo se anuncian espectáculos de Delia Garcés, López Lagar, Luisa Vehil, Cibrián-Campoy, etcétera, con obras del repertorio universal; y la Comedia Nacional cuenta entre sus planes con una representación extraordinaria de Federico García Lorca, en la que participará María Casares, con la dirección de Margarita Xirgú.
Pienso que una Capital de tres millones de habitantes puede darse por satisfecha, más aún si a todo ello, sumamos los espectáculos de teatro independiente.
¿Cuáles son sus planes para este año?
Por lo pronto seguir con Caminito hasta el 30 de Abril.
Nosotros hemos informado que firmó contrato con la empresa el Odeón. ¿Qué puede agregar?
Es verdad, se me ha contratado para dirigir durante esta temporada. Dirigiré la parte artística, sin que esto signifique que seré yo el único que montará espectáculos. En algunos me limitaré a seleccionarlos y supervisarlos. El contrato no me permite hacer cine ni televisión, y me inhibe también para hacer teatro en otras salas.
¿Qué hará con Caminito?
Existe una excepción, y se me permitirá preparar y dirigir la próxima temporada al aire libre. Como ya ustedes lo han dicho, en el Odeón comenzaré con la reposición de la comedia de Nicolás de las Llanderas y Arnaldo Malfatti Así es la vida, en la que intervendrá un reparto de primeras figuras, tales como Mario Fortuna, Eva Franco, Santiago Arrieta y otros que no mencionaré, pues los contratos serán firmados esta semana.
¿Por qué eligió esa obra?
Será un homenaje al 150˚ aniversario de la Revolución de Mayo y en recordación de sus creadores, Muiñio y Alippi, verdaderos pioneros de nuestro teatro, sobre todo este último.
¿En que quedó su anunciado proyecto de montar J.B.?
Se dará como segundo espectáculo. Será un estreno exclusivo para toda América Latina y España. J.B., la obra del gran poeta estadounidense Archibald Macleish, será traducida por Silvina Ocampo.
La obra está considerada entre las mejores piezas de la escena norteamericana.
Debo agregar que además de las representaciones en el Odeón, serán estrenadas conciertos, ballets y espectáculos extranjeros.
¿Qué hay de su anunciado proyecto de presentar un espectáculo en la quinta de Pueyrredón, en San Isidro?
Está a punto de ser concretado Luces y sombras de San Isidro con libro de Victoria Ocampo, donde intervienen solamente las voces de los principales intérpretes del teatro argentino y un juego de luces. Se podrá llevar a escena gracias a unos equipos muy importantes que se traerán de Holanda, y el espectáculo estará incluido entre los del festejo para el 150˚ aniversario de la Revolución. Artistas, músicos, técnicos y demás colaboradores aguardan el consentimiento gubernamental.
¿Cómo ve los problemas de nuestro teatro?
Por desgracia siempre han existido. Creo que este año, gracias al amor por el teatro del actual intendente don Hernán Giralt, están próximos a solucionarse.
¿Está por el apoyo estatal?
Creo firmemente en el auspicio nacional o municipal, y en la ayuda económica del Fondo de las Artes. Tanto uno como otro han apoyado o subvencionado a cuanto artista les llevara una idea o un problema, y fueran capaces de realizar una empresa artística seria.
Creo que deben existir estos auspicios; pero evitar, eso sí, que con el dinero del Estado se improvise. Este año, por ejemplo, se han suprimido impuestos municipales. Esta medida debiera ser imitada por los gobiernos provinciales para favorecer las giras.
El Estado debe propender a que el teatro llegue a todos los rincones del país, pero que llegue sin cambios ni alteraciones. Se deberían dar pasajes gratuitos u ofrecer grandes rebajas y permitir toda clase de ventajas para las compañías que salen en gira.
Hay que luchar para que los actores y demás colaboradores ganen buenos sueldos, y evitar de esa manera que deban comprometerse especialmente con la televisión, donde se exige menos y se paga más.
¿Qué soluciones concretas propone?
Una podría ser la de otorgar premios, tal como se hace en el cine argentino.
¿De dónde saldrían esos premios?
Si cada espectador que concurriera al teatro, ya sea pagando o gratis (tragedia de nuestra escena: al teatro hay que ir gratis, pero al cine hay que pagar) abonara un peso sobre el valor de la entrada, a fin del año la suma recaudada serviría para ello.
Argentores podría ocuparse de este trabajo y depositar la suma en una cuenta especial. Un jurado constituido anualmente por críticos, autores, directores, etcétera, que no hayan intervenido ese año en la competencia –esto último es muy importante– otorgaría un premio en efectivo al mejor actor, director, revelación de reparto, músico, coreógrafo, etcétera.
Estos premios que se distribuirían al comienzo de la siguiente temporada en una función de gala, darían como resultado inmediato el estimulo para una superación y una sana rivalidad entre los responsables de la temporada.
Se beneficiaría de esta manera a los que trabajamos para el teatro y al público que habría participado en sus premios, y que seguiría con interés esta competencia.
¿Algo más?
Se debiera crear un centro de estudio, en el que los más reconocidos actores y directores profesionales dieran clase a las nuevas generaciones, donde aprenderíamos –yo también me incluyo– a superarnos cada día. De este modo, no se leerían ni se verían, como ocurre con frecuencia, proyectos o espectáculos preparados para ahuyentar de las salas al espectador confiado.
1961
Diario La Razón / Fecha de publicación: 13 de setiembre de 1961
Tita, Hugo y el éxito
En el desorden de un ensayo puede descubrirse el mecanismo que se pone en marcha para fabricar un éxito teatral. Grandes nombres, figuras que casi nunca actuaron juntas, una presentación suntuosa y un director con ocurrencias brillantes. Es lo que se ha reunido en el Teatro Avenida: Tita Merello, Mariano Mores, Hugo del Carril, Tato Bores, María Antinea, y un grupo de jazz; tres docenas de músicos, dos de bailarines y ocho modelos forman parte del espectáculo. Se espera recaudar por lo menos ocho millones de pesos mensuales. La ansiada repercusión reposa sobre las espaldas de Cecilio Madanes, es el encargado de idear los recursos necesarios para la gran atracción teatral. Por hacerlo cobrará, aproximadamente, cien mil pesos mensuales.
Mientras un maquinista golpea en uno de los palcos (colocando farolitos virreinales), en el escenario un grupo de jóvenes disfrazados de gaucho, zapatea frenéticamente un malambo. La sala está oscura y solo se distinguen algunos sombreros exóticos o el brillante calzado de bailarinas con las piernas enfundadas en delgadas mallas.
A su vez, en el foso, un grupo de músicos en mangas de camisa ensaya una melodía que tiene muy poco que ver con cuanto ocurre a su alrededor. El único que parece moverse con cierto control de sí mismo, en medio del desordenado estruendo del ensayo, es un hombre de unos 35 años de edad, con calvicie pronunciada, grueso, y sonriente. Se llama Cecilio Madanes y es el encargado de organizar (“visualizar” es la palabra que emplea) el espectáculo musical que presentará el Teatro Avenida.
La empresa no es tan original como arriesgada. Es probablemente uno de los espectáculos más caros que se han inscripto últimamente en la cartelera porteña. Algunos de los nombres más celebrados en estos momentos forman parte del mismo: Tita Merello, Hugo del Carril, Mariano Mores, María Antinea, Tato Bores; un grupo de jazz, 24 bailarines, 40 músicos, 8 modelos y un coro son los elementos de atracción con que se espera compensar el despliegue empresario que pone de manifiesto Estrellas en el Avenida.
El proyecto no es accidental: detrás del mismo están estas palabras reveladoras: “El teatro tiene que defenderse de la TV. Sobre todo este tipo de teatro para esparcimiento. A la gente es difícil sacarla de se casa un martes o un miércoles. El único modo de llamarla es este: despliegue con muchas figuras. El teatro tiene que dar lo que la TV no puede”. Quien las pronuncia es el empresario financista, un hombre maduro (esposo de María Antinea) y que cuenta en su haber con algunas “proezas” empresarias (trajo a Diana Ross y Sarita Montiel). Habla de su oficio como un comerciante apto y suele referirse a los actores como cosa de su propiedad (“Hugo del Carril es una garantía de éxito. Lo mandé viernes, sábado y domingo a Córdoba y me trajo un millón cien mil. Brillante”).
La idea se concretó de este modo: reunir a grandes figuras, que casi nunca actúan juntas, e idear una representación liviana y brillante. Los productores del teatro advierten ya que el público, en un cierto sentido, ha evolucionado y no se conforma solo con ver a Tita Merello entonando un tango o a Tato Bores repitiendo sus recursos humorísticos de la televisión.
“Tiene que ser algo que deslumbre –explica el empresario Kotliarenco– por eso llamé a Madanes. A mí me gustó mucho lo que hizo con Así es la vida. Es una persona que tiene buen gusto y sabe ordenar las cosas”.
A esas figuras, agregó entonces Madanes, algunos decorados llamativos (uno diseñado por una arquitecta argentina sobre los efectos de Calder) y desarrolló los trece números del espectáculo sobre distintos colores.
Además cuidó la disposición de los bailarines en los números de conjunto y aconsejó a Tita Merello y Hugo del Carril sobre la forma en que tienen que realizar su sketch. Por todo ello cobrará alrededor de cien mil pesos mensuales durante el lapso que se mantenga el espectáculo en cartel.
“Voy a ganar más de lo que gané en toda mi vida.”
Todos los que intervienen han sido contratados con un sueldo determinado, razón por la cual el único que soporta financieramente la empresa es Kotliarenco. El montaje cuesta unos cinco millones de pesos.
“Todo lo que Madanes me pidió se lo compré. No quiero que por un detalle pueda fracasar el espectáculo. La consigna no es ahorrar. Esa cortina vale cien mil pesos; cada uno de los modelos que sacarán esas señoritas cuesta algo así con veinte mil pesos. Les mandé hacer a los muchachos smokings de medida para todos. Uno de los telones fue pintado sobre el modelo de un cuadro de Quinquela, el que está en el vestíbulo de La Casa del Teatro.
Le digo cinco millones sin considerar el sueldo de los actores. Para cubrir todo voy a tener que recaudar más de siete millones de pesos por mes. Como el espectáculo dura menos de dos horas vamos a tratar de hacer varias secciones por día. La platea costará 150 pesos, y el teatro tiene una capacidad de 1.500 espectadores más o menos.”
A Tita Merello la experiencia le gusta: “Todo lo que sea estar en un escenario me interesa, vuelvo al género en el que me hice. Me recuerda aquellos tiempos en que en los programas de revista aparecía un recuadro: “Cantante de Tango: Tita Merello”. Claro que los tiempos cambiaron, ya no hay que pelear por el cartel como entonces. No hice problemas por el lugar en el que se me colocaría. A mí me interesa trabajar en este escenario, primero, porque es lo único que sé hacer: teatro, y además porque todavía necesito ganarme la vida”.
Mariano Mores ha compuesto una partitura especial para todos los números: tangos y chotis irán del brazo para conformar las modalidades de Hugo del Carril (estrenará “Porque te quiero tanto”) y Maria Antinea (cantará y bailará rodeada por veinte bailarines).
“Todo lo organizamos de este modo –narra Cecilio Madanes–, como yo no sé leer música, Mariano me toca las melodías y yo me imagino la presentación. El plan general ya lo había dibujado antes de irme al Brasil, hace tres meses. Yo siempre dibujo mis espectáculos antes de ensayar con los actores.”
Este tipo de teatro ¿lo seduce?
Muchísimo: el ideal mío era precisamente montar una gran comedia musical, con despliegue y suntuosidad. Aquí estoy muy conforme. Si después de gastar lo que le he hecho gastar a Kotliarenco no es un éxito, van a empezar a dudar de mí.
¿Le gusta más que el teatro Caminito?
¿Usted es casado? –interroga a su vez Madanes al cronista.
Sí.
Bueno, para mí Caminito es algo así como para usted su esposa, ¿comprende?

Alexander Calder: Escultor estadounidense. En 1930 se hizo célebre en París por sus esculturas de alambre y sus estructuras motorizadas.
Alexander Calder: Escultor estadounidense. En 1930 se hizo célebre en París por sus esculturas de alambre y sus estructuras motorizadas.
Diario Correo de la tarde / Fecha de publicación: 12 de Noviembre de 1961
El Teatro Caminito fue contratado para la TV
Cecilio Madanes firmó contrato con Canal 9, se exportarán obras grabadas del conjunto.
Teatro Caminito al video
Canal 9 acaba de firmar contrato con Cecilio Madanes, director del Teatro Caminito, para llevar al video todas las obras del repertorio del famoso conjunto. Las representaciones se harán en grabaciones con el objeto, previsto por Madanes, de llevarlas a la TV en otros países americanos. En principio canal 9 firmó contrato para una sola obra, que sería Una viuda difícil, de Conrado Nalé Roxlo, por 200.000 pesos.
Noticias de la oficina de prensa de canal 9
“Éxitos de Buenos Aires” ofrecerá en su próxima emisión una inolvidable obra: La zapatera prodigiosa
Amor, celos, desencuentros, y una taberna que es el epicentro de las habladurías de la gente. Federico García Lorca, raíz vital de la lengua, da vida a un aluvión de pasiones, dejando en descubierto el infierno grande de un pueblo chico.
Elenco:
Beatriz Bonnet, Raúl Rossi, Jorge Luz, José Maria Vilches, Miguel Jordán, Juan Carlos Lima, Germán Vega, Marcelo Chimento, María Esther Corán, Amalia Scaliter, Mirta Moreno, Hilda Viñas, Edelma Rosso
Adaptación y puesta en escena: Cecilio Madanes
Dirección: Nicolás del Boca
1965
Diario La Prensa / Fecha de publicación: 21 de marzo de 1965
Teatros al aire libre
Los teatros al aire libre se han convertido ya en una nota característica de Buenos Aires. Todos los años un parque, una calle o cualquier otro lugar apropiado es invadido por estos agradables espectáculos sin techos ni paredes.
Cuando la temporada teatral termina en esta capital, al iniciarse el verano, abren sus puertas estos teatros que ofrecen al espectador, además de buenas representaciones, un clima agradable sin necesidad de refrigeración.
La falta de los medios técnicos que pueden hallarse en una sala cerrada es reemplazada por el ingenio de los organizadores de estos espectáculos; y el cielo, los árboles, las casas con sus balcones y hasta un antiguo puente de La Boca forman parte de la obra, transformándose en escenarios naturales.
Sainetes de ayer y de hoy se llamó el espectáculo ofrecido por el Nuevo Teatro Bonorino en el Parque Chacabuco. Con la dirección de Néstor H. Ameijeiras y Osvaldo Calatayud se representaron La perra vida, de Roberto Cayol; El diablo en el conventillo, de Carlos Pacheco; A las tres de la mañana y El cine, de Enrique Wernicke.
Tosca de Puccini, en el anfiteatro del Teatro Colón en el Parque Centenario.
La carreta sin Dios, estampa dramática en tres actos de Carlos Luis Serrano, cuya acción transcurre en los alrededores de Chascomús en 1839, fue la puesta en escena por el teatro La Ranchera en el Parque Rivadavia (En el barrio de Caballito). La obra que se desarrolla en el campo, permitió aprovechar el sugestivo ambiente de los árboles del paseo.
La pérgola de las flores, comedia musical chilena de Isidora Aguire y Pancho Flores fue montada este año en el ya clásico Teatro Caminito bajo la dirección de Cecilio Madanes. Verdadero suceso del teatro al aire libre.
Julio riestra ha muerto de Luisa M. Levinson. Esta pieza se representó con la dirección de Carlos Muñoz y música de Astor Piazzola, interpretada por su quinteto “Nuevo Tango”. El centro de la Boca, a pocas cuadras de la Calle Caminito fue el ámbito apropiado para este “tragi-sainete”.
Tartufo de Molière fue presentado en el Jardín Botánico por el Grupo del Sur dirigido por Lyde Lisant, Luis Diego Pedreira, Carlos Gorostiza y Jacob Mirelman.
1972
Diario La Nación / Fecha de publicación: 9 de abril de 1972
TV: noticias y comentarios
Caminito
Cecilio Madanes realizará para Canal 9 siete espectáculos presentados en el Teatro Caminito, que serán incluidos en el ciclo “Éxitos de Buenos Aires”. Adaptará La zapatera prodigiosa de Federico García Lorca; Una viuda difícil de Conrado Nalé Roxlo; Los millones de Orofino de Eugene Labiche; La pérgola de las flores de Isidora Aguirre y Pancho Flores; La verbena de la paloma, de Tomás Bretón y Ricardo de la Vega; Los chismes de las mujeres de Carlo Goldoni y Clerambard de Marcel Aymé.
La escenografía y el vestuario estarán a cargo de sus habituales colaboradores: Miguel Ángel Lumaldo y Eduardo Lerchundi. Dentro de lo posible, trabajarán los mismos actores que representaron las obras mencionadas en la calle del barrio de La Boca. Será este el primer trabajo concreto de Madanes en la televisión local, no obstante, alguna transmisión efectuada directamente desde Caminito. Cabe, empero, recordar sus experiencias en Francia, donde permaneció ocho años y efectuó incursiones por el medio, y la época en que fue director de Canal 7, cuando impuso los sábados por la noche la transmisión de piezas de teatro sin cortes –interpretadas por el desaparecido Eduardo Cuitiño e Irma Roy– y los lunes el ciclo dedicado a la producción de García Lorca, adaptada por Rafael Alberti, en el que solo se incluyeron avisos entre acto y acto.
Respecto a los inevitables cortes comerciales, a los que deberá someterse en Canal 9, anticipa que “responderán a un criterio lógico, que no afecte el desarrollo de las tramas”.
Madanes trabajará con el director de cámaras Nicolás del Boca, a quien declara “admirar mucho”, y espera concretar un ciclo de “cierta calidad, para mantener la orientación de Caminito accesible para chicos y grandes, destinada a alegrar el espíritu de la gente”.
Únicamente se lamenta por la inexistencia de la televisión en colores, por los que siempre se preocupó en el teatro, y anticipa que las versiones se harán en la sala del Ateneo, con público, “ya que es muy triste incorporar risas y aplausos mediante grabaciones”.
Diario Clarín / Fecha de publicación: 21 de agosto de 1972
Cecilio Madanes
La vuelta de Caminito
Nací en 1922, en el Hospital Alemán. Por ese entonces mis padres vivían en una casa muy antigua de la calle Anchorena, con un patio muy viejo que tenía una higuera en el centro. La hija de doña María, la encargada de la casa, era ciega, y mi hermana jugaba siempre con ella en una pieza a oscuras para estar en igualdad de condiciones: ninguna veía la luz.
Pero mi verdadera infancia, esa de la que todavía me acuerdo, transcurrió en la calle Corrientes y Ayacucho. Allí me eduqué, jugué, y aprendí teatro; claro, sin saberlo. Había un cine al lado del negocio de mi padre que se llama Standard, en el que me dejaban entrar gratis. Entonces, con mis dos hermanas, entrábamos a la una de la tarde y salíamos a las ocho de la noche. Para los boleteros y acomodadores yo era una especie de mascota.
Mis primeras incursiones en el teatro fueron a los cinco años, en el fondo de mi casa, donde había una parra y una soga para tender la ropa. De allí colgaba con unos broches una colcha de felpa –de esas famosas verdes, con bolitas en flecos, que siempre faltaban porque yo me dedicaba a cortarlas con la tijera– y jugábamos. Mientras yo levantaba la colcha se veían las piernas de las cuatro chicas del barrio, que se movían y cantaban: “Son las rosas, son las rosas, que me rodean a mí, una alta, una flaca, otra gorda, ta, ta, tá”. ¡Hasta esa musiquita la había inventado yo!
Después de muchos avatares decidí que en realidad quería ir a la escuela de Bellas Artes. Entonces volví a ser un hombre feliz: la pintura me gustaba y había aprendido a reconocer estilos a través de cuadros que veía en exposiciones por la calle Florida o en reproducciones de revistas y catálogos.
Como alumno de Bellas Artes participé en unos festivales que se organizaban todos los años para el Día de la Primavera. La primera vez hice dos números, como actor; pero la segunda ya no me conformé con eso, sino que organicé todo el espectáculo que se dio en la Casa del Teatro. Inventé todo, lo dirigí y logramos un éxito tan rotundo que tuvimos que hacer dos funciones. Era 1940.
Poco después me enfermaba de algo así como una gripe complicada y quedé con una pierna dura, además de estar un año en cama. Finalmente, me curé y volví a mis estudios, pero con una variante fundamental: ya no me parecía cosa seria dirigir festivales para estudiantes.
Un día, ojeando la revista Sur encontré la transcripción del segundo acto de algo que me gustó mucho: La farsa del Licenciado Pathlei, que es el origen del Teatro Francés, anterior a Molière.
Entonces, mientras estudiaba de noche y trabajaba de día con horario partido vendiendo impermeables en el negocio de mi tío, preparé la obra con unos amigos míos, hoy casi todos famosos: Cacho Carcavallo hizo la escenografía, Lerchundi el vestuario, Torres Aguero el papel protagónico.
La carátula de los programas de la primera función en el Teatro Alvear eran originales de Spilimbergo, Raquel Forner, Berni, y costaban cinco pesos cada uno. Esa noche me di cuenta de que algo pasaba conmigo: en la platea estaba lo más selecto del ambiente artístico, de la pintura y la plástica, y nadie se rió ni me silbó. Por el contrario, todos aplaudieron.
Alentados por ese éxito en el Alvear, nos presentamos y ganamos un concurso de teatro independiente que auspiciaba la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación, en el Cervantes. Por esa actuación, un crítico, que después supe que era Jaime Potenze, publicó una estupenda crítica que decía que mi puesta en escena estaba entre las tres mejores del año.
Ya la cosa caminaba seriamente. Me conecté con gente del ambiente y le hice ver mi obra. A raíz de esto, Luis Saslavsky, que estaba produciendo el film A sangre fría, con Amelia Bence y la dirección de Daniel Tinayre, me contrató como asistente de dirección. Dice Tinayre que nunca tuvo uno mejor que yo. Después de esa película me contrató Mario Sóficci para hacer La gata con Alberto Closas y Zully Moreno.
A todo esto, Atilio Mentasti se dio cuenta de que yo tenía condiciones y me ofreció un contrato de quinientos pesos mensuales. Era el doble de lo que ganaba yo en el negocio de mi tío. Me pareció mucho, pero también creí una locura aceptar y quedarme en Argentina ganando mucho dinero sin tener ninguna preparación. Entonces me presenté como postulante para una beca del gobierno francés y la gané. Fui a Francia por diez meses a estudiar con Luis Jouvet y Pierre Renoire, pero en realidad me quedé ocho años sin volver a nuestro país.
Imagínense los primeros tiempos de París: yo era un chico que por primera vez salía de Buenos Aires; sólo había estado diez días en Mar del Plata.
Fui director artístico de varios largometrajes franceses, un ciclo de García Lorca, una serie de tiras para la televisión francesa y veinte mil cosas más. En uno de mis filmes La corona negra, trabajaban Vittorio Gassman y María Félix.
También realicé, como corresponsal de El Hogar, la primera entrevista que se publicó en la Argentina a Gérard Phillipe. Lo cierto es que nunca pude hacer lo que realmente me gustaba: teatro.
Volví en 1955 y rápidamente conseguí entrar en Canal 7, compartiendo la dirección artística con Blackie.
Poco después quedé solo e inicié una tarea importante, que dio como frutos programas que en aquel entonces fueron muy comentados, como el ciclo completo de las obras de Federico García Lorca, que incluía la presencia de Rafael Alberti en cámaras explicando por qué se escribió tal poema o tal obra de teatro.
A los siete meses ocurre la Revolución y me echan, diciendo que yo era peronista, cosa que no era cierta. A partir de allí dirigí una obra con la actuación de Luisa Vehil y se acabaron las propuestas.
Viendo que no pasaba más nada en el país, que ya nadie se interesaba por mí, en lugar de exiliarme me propuse viajar alrededor del mundo.
Como en esos días se preparaba una excursión de ese tipo, hablé con los organizadores y les propuse realizar obras de teatro durante la travesía. Ya habían contratado a una pareja de cantantes, pero me preguntaron si no se me ocurría otra cosa. Y entonces retorné a eso que es un poco mi carrera frustrada: la pintura.
De esa manera organicé la primera exposición flotante argentina. Di la vuelta al mundo con obras de 54 pintores, vendiendo en cada puerto.
Regresé, luego de seis meses, con 450 mil pesos de ese entonces para los pintores. La seriedad que puse en esa tarea me valió la confianza de las autoridades municipales, a la que logré interesar para hacer Caminito, en la Boca. Era una experiencia que iba a durar solo unos días y resulta que ya ha ocupado quince años de mi vida.
Caminito es, sin duda, la cosa más importante que yo haya hecho en mi vida. En Caminito recibimos la visita de presidentes, ministros y embajadores de todo el mundo, pero también recibimos al pueblo. Es que todo lo que allí hice lo realicé pensando en que pudiera ser entendido tanto por las clases más altas, como por las más humildes.
Mi padre nunca había entendido mi trayectoria. Él, que siempre había sido comerciante, no podía entender que un hijo se fuera a Europa a estudiar teatro. Decía que no era vida. Pero recién me valoró cuando fue por primera vez al teatro.
La repercusión de Caminito fue internacional, porque se publicaron notas en el Times, Life, Figaro y otros importantes órganos de prensa de todo el mundo.
Además efectuamos presentaciones en Brasil, Chile, México e Italia. De allí vine hace cinco meses, y ya estoy trabajando para la versión televisiva de todas las obras dadas en Caminito.
El teatro es la razón de mi existencia, es lo que más me importa. Estas cosas prefiero decirlas sin mucha filosofía, sin demasiadas palabras: simplemente, es mi expresión.
1978
Suplemento Así en Crónica / Fecha de publicación: 20 de agosto de 1978
Cecilio Madanes dejó los almuerzos a solo tres meses de debutar
¿Hay una batalla entre la producción de la “Cocinera” (Pinky) y la “Señora” (Mirtha)?
“Estoy agotado. El trabajo en televisión exige muchos sacrificios. El esfuerzo es muy grande por eso decidí dejar el programa de Mirtha Legrand”, afirma Cecilio Madanes ante nuestra requisitoria del porqué del abandono de los “Almuerzos”.
Como queriendo protegerse de nuestra incredulidad, el director teatral pone el mayor de los énfasis en asegurarnos: “ustedes creerán que les miento, pero esa es la única verdad, me retiro del programa en las mejores relaciones con su conductora”.
Más allá de las explicaciones de Cecilio Madanes, nos quedó la gran duda, el especial interés en demostrarnos que “todo es un mundo de rosas”, y el abandono de un programa donde el rating se había elevado considerablemente durante los tres meses y una semana en los cuales estuvo a cargo de la producción Cecilio Madanes, nos hicieron sonreír mientras seguíamos dialogando con el responsable de la puesta en escena de Doña Rosita, la soltera.
Coincidentemente con esta conversación, se conocía que por el canal de la calle Pavón y en el programa que es “la contra” de los almuerzos, Pinky decidió realizar cambios en su equipo de producción. Hizo llegar de Italia a un joven arquitecto, que ya colaboró con ella cuando realizaba “Feminísima” allá por los comienzos de canal 2 de La Plata.
Estos movimientos muestran la posibilidad de que Armando Barbeito, vuelva a hacerse cargo de la producción de “Almorzando con Mirtha Legrand”. Madanes nos solicitó con la mejor de sus sonrisas: “Por favor no escriba nada en contra de Mirtha Legrand, pues somos muy amigos”
Insistiendo en nuestra incredulidad volvimos a preguntar:
¿Es cierto que su alejamiento es por cansancio?
Si, cansancio físico. Yo hacía ya tiempo que quería largar pero lo fui postergando. Logramos un rating muy alto. A mí nunca me importó el rating.
¿El clima de cordialidad no fue roto nunca, ni siquiera antes de usted retirarse del programa?
¿De qué forma debo decirle que me fui en las más cordiales condiciones? Cumplí la primera semana de agosto y me retiré. Hago esta aclaración pues después apareció un programa donde yo figuraba como productor, pero es uno que ya estaba grabado y que no pudo ser emitido por la muerte del Papa Paulo VI. Tengo un gran cansancio físico.
¿El Teatro no lo cansa?
Esta pregunta tiene doble sentido. Claro que me cansa, por eso tuve que dejar la televisión. No se olvide dos cosas: primero que soy el único director que está en el teatro desde que empieza hasta que termina la temporada, sobre el escenario. Segundo, que hace relativamente poco (fue el 10 de diciembre de 1977) que me operaron de una pierna, gracias a lo cual recuperé la marcha, no utilizo más bastón al caminar y no sufro ningún tipo de dolores.
¿Es cierto que se encontrará con King Kong?
Tanto que las malas lenguas dicen que abandoné el programa de Mirtha para dirigir a King Kong. Pero no es cierto. Para mí, si se concreta lo de King Kong será una experiencia inédita. Debo idear el espectáculo y dirigirlo. Debe durar dos meses y mi encuentro con ese “monstruo” de 17 metros de altura es todo un desafío.
1979
Revista Humor / Fecha de publicación: febrero de 1979
Cecilio Madanes sin pelos en la lengua
Los reportajes de Alicia Gallotti
De este señor se dice que es histérico, gritón, irritable, malhumorado, arbitrario y maniático. Bueno, en los párrafos que siguen este señor, que se llama Cecilio Madanes, sostiene que todo eso es cierto. Pero, además, revela otras cosas. Algunas ya todo el mundo las conoce, como que es uno de los mejores directores teatrales de la Argentina, que el grado de exigencia obsesiva para con los demás no es nada comparado con las exigencias que se impone a sí mismo, que se da el lujo de vivir y bien de su profesión, que puede hacer Doña Rosita… o dirigir a Mirtha Legrand en televisión —empresas más que arriesgadas— y salir airoso de ambos trances. Lo que no se conoce, también, aparece para sorprender, para polemizar, para gustar o disentir. Los párrafos que siguen también intentan mostrar eso, la densidad humana, la textura de un peleador incesante, de un tipo lleno de calidez y franqueza, de ese tipo de gente a la que uno respeta y respetará, esté en el bando que esté, porque todo él está hecho de verdad, de juego limpio, de no ceder a las concesiones. Pero también es posible llevarse un par de sorpresas. En su hermosísimo departamento frente al Parque Lezama este señor chinchudo y difícil puede convertirse en un hombre lleno de calor, lleno de seducción, divertido, amistoso, protector, compinche y franco; franco hasta el final, franco hasta el dolor o la pena con ese tipo de franqueza que ya no es moneda corriente y que hace que uno tenga ganas de abrazarlo, de llamarlo por teléfono cada tanto o de desearle las mejores cosas, pero no como se dice habitualmente, sino con la misma franqueza que él ejercita. Porque él, que busca las mejores cosas para los demás, merece que le retribuyan con la misma moneda.
¿Por qué sos un señor polémico?
No soy yo como hombre el polémico, es mi trabajo.
Lo cierto es que o te aman con pasión o te odian a morir.
Eso es por mi manera de ser, soy un descontrolado.
Y un obsesivo, un perfeccionista.
Sí, jamás estoy contento con lo que hago, jamás. Exijo tanto a los demás como me exijo a mí mismo y entonces hay gente que termina respetándome y queriéndome por el nivel de mis exigencias, y hay otra gente que no entiende nada y cree que yo me las agarro especialmente con ellos, se sienten perseguidos y me odian.
¿No será un modo de crear vínculos eso de hacerse amar u odiar?
Yo no estoy buscando eso, sólo pido que me respeten. Ojo, Alicia, no te quiero decir que esté bien; sé que soy un descontrolado. Una vez, cuando usaba bastón, hasta llegué a amenazar con golpear a un actor con él. Eso me da vergüenza y rabia, pero no lo puedo superar, no sé hacer las cosas de otro modo. Soy un impulsivo, muy enérgico. No sé, tal vez los años me aplaquen. Con Doña Rosita… no hubo ningún problema, pero en cambio en Equus… ahí sí que hubo bastantes encontronazos.
¿Las actrices y los actores no odian a un director que los rechaza?
En mi carrera he tenido que rechazar a muchas actrices y espero que no todas me odien porque muchas veces no es por su calidad, sino por otras razones. Mirá, te voy a contar algo. Una vez, en Caminito, para Sueño de una noche de verano buscaba dos mujeres y probé a Soledad Silveyra y Ana María Picchio, y las rechacé a las dos. Después, bajaron la escalera llorando juntas. Te estoy hablando de dos buenas actrices, con buenas carreras, que hoy son figuras, pero en ese momento no me servían; yo necesitaba dos mujeres más enérgicas, que dieran otra cosa en el escenario. Soledad tardó años en perdonármelo, años, y recién hace poco pudimos hablar de eso y yo le conté entonces que cuando en París hicimos con Luis Saslavsky La nieve estaba sucia, con Daniel Gelin, en el papel principal, se nos ofrecieron muchas y rechazamos a muchas. Elegimos una y creímos que lanzábamos a la nueva Michele Morgan, que iba a dar el batacazo. Entre las rechazadas había una chica que se llamaba Pascale Petit y había otra que se llamaba Brigitte Bardot. Ya ves lo que pasó. La que nosotros elegimos pasó sin pena ni gloria y en cambio Pascale Petit tuvo su buen cuarto de hora, y la Bardot es un mito universal.
Sobre baldosas flojas
¿Cómo persona sos igual a como sos siendo director?
Si te referís a las exigencias, sí. Mirá, nosotros somos siete hermanos y la que yo más quiero es a mi hermana Lola, la abogada. Bueno, con ella yo soy más exigente que con nadie; no le perdono una y exijo igual trato. Y con mis amigos es lo mismo; tengo muchos encontronazos, pero somos amigos de verdad, amigos francos como con Amelia Bence, Delia Garcés, Mirtha y Tinayre, Saslavsky, Cahen Salaberry. Amelia y yo tenemos una gran amistad y yo con ella soy implacable.
Pero, ¿no es ésa, en definitiva la única manera cierta de querer bien?
Yo pienso lo mismo, pero no mucha gente lo entiende. Para mucha gente querer bien es adular, disimular defectos, mentir.
¿Cuál es la forma favorita de ataque contra Cecilio Madanes?
Ah, una agresión muy tradicional. Me dicen “Cecilio, ¡qué suerte tenés!”. Y todo el mundo sabe que nada lo conseguí por suerte, todo lo poco que pude haber hecho; lo poco o mucho que tengo lo conseguí trabajando. A esta altura puedo darme lujos como irme de un programa de televisión pagado como nadie, no hacer lo que no me gusta y vivir de mi profesión. Eso lo obtuve con respeto, con exigencias, sin hacer concesiones. Soy un tipo serio para trabajar, no hago cosas simultáneas. Yo conozco un director que ha montado tres obras simultáneamente en Mar del Plata. A él las actrices lo adoran, nunca tiene problemas. El les deja hacer lo que ellas quieran sobre el escenario. Entonces ellas cuando lo ven lo besan, le dicen “querido” y todo eso. Yo no quiero que me besuqueen ni me digan “querido” ni nada, quiero que me respeten como yo respeto mi profesión, como yo los respeto a ellos. Yo en teatro nunca cometo dos veces el mismo error. Si voy por la vereda y me salpico con una baldosa floja, de acuerdo. Pero si al día siguiente me pasa lo mismo en el mismo lugar es porque yo estoy buscando que me pase, es imperdonable. Del mismo modo, la gente que trabaja una vez conmigo vuelve a trabajar una y otra vez o no trabaja nunca, nunca más.
Sobre cuentas pendientes
¿Podrías nombrarme a alguien con quien no volverías a trabajar?
Por supuesto, pero no te voy a nombrar a un actor sino a un productor, el señor Alejandro Romay.
Por primera vez en mi carrera tengo que hacerle un pleito a alguien, tengo que estar metido en este tipo de cosas y esto es por el señor Romay. Si a mí me pusieran un millón de dólares en la mano para volver a trabajar con él, después de mi experiencia en Equus no trabajaría. Si él fuera dueño de todos los teatros del país, supongo que me iría o cambiaría de profesión.
¿Y con los actores de Equus, ¿volverías a trabajar?
Mirá, Alicia, allí hubo problemas desde el principio. Desde el principio hubo un actor que exigía estar arriba en el cartel, lo cual me impidió contratar a actrices mujeres que estaban por encima de él. Yo quería a Pepe Soriano para el papel principal, pero no pudo ser. Lo quería a Alfredo Alcón pero me dijo que no porque el protagonista de la obra no sería él sino el muchacho, lo cual no es cierto, como habrás advertido; en el cine, todo el mundo habla del papel de Richard Burton y nadie sabe ni el nombre del que hace del muchacho. Romay no quiso que fuera Ignacio Quirós y entonces tuve que hacerlo con Duilio Marzio, que no era el actor ideal, pero tengo que reconocer que a medida que la temporada fue avanzando comenzó a sobresalir más y más en su papel. En cambio, el chico éste, Solá, que empezó tan brillantemente, fue haciendo un proceso a la inversa, ya estaba como perturbado por el éxito. Me gustó mucho trabajar con Fernando Labat, ves; si repongo Equus quiero que el papel del médico lo haga él.
¿Por qué aceptaste meterte en el programa de Mirtha? ¿No era cantado que no ibas a durar?
Acepté porque tenía muchas ganas de hacer televisión de nuevo y porque pensé que podía renovar el programa, pero no fue así. Es una estructura rígida, que funciona muy bien y si yo me fui después de tres meses y dos días es porque me aburrí, y porque tenía la sensación de estar robando la plata, porque ya no me sentí necesario.
Sobre dudas con la vida. Sobre nombres y apellidos
¿Dónde naciste?
Aquí, en Buenos Aires, en el hospital Alemán. Mi familia vivía en Corrientes entre Junín y Ayacucho. Ese juego de comedor que ves es el de la casa donde nací. Ahí había un mantel que se ponía para las pascuas judías y yo un día con una tijera corté todos los dibujos, pero los dejé prolijamente en su lugar… malo, malo; a la noche, con la mesa puesta, éramos catorce, cada vez que alguien levantaba un plato se caía un pedazo de mantel.
¿Tus abuelos de dónde eran?
Polacos, pero el origen del nombre es español. Cuando empezó la Inquisición tuvieron que emigrar a Polonia; también hay una rama en Inglaterra.
¿Vos sos de los Madanes que tienen tanta plata?
No, esos son tíos. Cada cosa que tocaban se convertía en oro. Mi pobre papá, cada cosa que tocaba se convertía en fracaso. Veinte veces hizo fortuna, y otras veinte las perdió. Jamás compró nada. La única casa que compró fue para mí porque a su juicio yo iba a ser el único de sus hijos que se iba a morir de hambre. Te digo, papá nunca entendió qué había hecho yo viviendo 8 años en París. Pero el día que me vio oficiando de dueño de casa en Caminito y acompañando a Aramburu y a Rojas hasta sus butacas, ese día sintió que yo era alguien. Pobre papá, después que murió me enteré que la casa que me había regalado en Belgrano y que aún conservo, estaba impaga y que yo mismo tenía que seguir pagándola.
Sobre la imagen en el espejo
¿Por qué se sabe tan poco de vos, en general?
Porque no soy del tipo de gente que le gusten las notas, las fotografías, los estrenos, las cosas tipo “diez puntos, después te llamo”; críticas envidiosas en Edelweiss y toda esa basura.
¿Qué es lo que te avergonzaría confesar?
Nada. Me arrepiento de tener el carácter que tengo, pero vergüenza no, eso no. No tengo vergüenza de nada de lo que hice.
¿Qué es lo más lindo que vos podés decir de Cecilio Madanes?
Ahí estas tocando una cosa muy profunda, yo no me gusto para nada. En todo caso, lo mejor que tengo es mi poder de comunicación, que es muy grande.
Sin embargo, hace un par de días, hablaba con un amigo que me decía que si tuviera que elegir una imagen para su madurez elegirla la tuya, tu imagen, tu estilo, tu ropa, tu manera de ser, hasta tu bastón…
¡Increíble! Será porque no me conocés… ¿Quién es? Me gustaría conocerlo, es la primera vez que escucho eso. No, mirá, soy un gran disconforme, y sufro por eso.
Mirando hacia atrás, ¿hay cosas de las que estás arrepentido?
Mirá, cuando yo estoy muy deprimido miro hacia atrás y me siento mejor porque toda mi vida ha estado ordenada por la lógica. Yo había hecho el secundario en el Mariano Moreno y entraba a Bellas Artes cuando a los 18 años me enfermo y tengo el problema en la pierna, y eso tuerce mi destino definitivamente y me lleva a la dirección teatral con la que gano una beca del gobierno francés.
¿Qué hiciste en Francia?
Fui por 10 meses y me quedé ocho años, estudiando teatro con Louis Jouvet, haciendo cine, haciendo La corona negra de Cocteau, con María Félix, Gassman y Rozzano Brazzi; y si me volví es porque mi madre estaba enferma de arterioesclerosis y no quise estar lejos de ella.
¿Vos sos un histérico?
Y… sí, yo no pretendo hacerme fama de buenito, ni de simpático.
¿Qué es lo que no le perdonás a los demás?
La mediocridad. Soporto la bondad, la maldad, lo que sea, pero no soporto la mediocridad.
Sobre mundos viciados
¿Es tan competitivo el mundo de los directores teatrales como el de los actores?
No, los actores se ven más seguido que los directores, no hay un odio, una competencia; a lo sumo hay distancia. Lo único que te puedo decir a mi favor es que yo opino de los demás después de ver lo que hacen y en cambio muchos opinan de mí sin ver mis trabajos. No es el caso de Gandolfo, por ejemplo, que me felicitó después de Equus o del director del Cervantes, que me mandó una carta de felicitación.
¿Qué es lo más subdesarrollado de nuestro ambiente artístico?
Los cafés donde la gente se reúne cerca de los teatros para hablar mal de los demás que están trabajando. Esa es una cosa muy agria, muy de fracasados, yo odio esos restaurantes donde la gente se reúne y los cafés del ambiente, son muy desagradables, hay mucha amargura allí, mucho fracasado, mucha mentira y autocompasión. Todo eso es muy triste.
¿Qué es lo más imbancable de ser director de teatro en la Argentina?
Por un lado la vanidad de los actores que en este país es inexplicable, dadas las características del mercado. Y, por el otro, el asedio de la gente que quiere trabajar y te manda sus fotografías. Yo tengo fama de malo, pero también tengo fama de haber ayudado a mucha gente desconocida, de dar oportunidades. Entonces, cada vez que voy a hacer algo, me llaman a toda hora, no sé cómo consiguen mi teléfono; me paran por la calle, me acosan. Esa parte es dolorosa porque por cada uno que aceptás tenés que rechazar 40 y eso es ganarse 40 futuros enemigos.
Sobre planes y sueños
¿Qué te gustaría hacer?
Bueno, en abril reponemos Doña Rosita… en Buenos Aires. También está lo de Equus y un ciclo de obras por televisión.
No, te digo tus sueños, que querrías hacer si tuvieras una varita mágica.
Uff, qué sé yo. Por un lado La dama de las camelias y por otro un Shakespeare,o mi propia versión de La muerte de un viajante de Miller. Y también por supuesto revista, teatro de revista, pero controlando desde la coreografía hasta el vestuario; absolutamente todo. Ya hemos hablado con Zully Moreno de eso y tal vez alguna vez me decida a trabajar para el Maipo.
¿Y Caminito? ¿Ya no va a volver a haber Caminito?
Mirá, voy a decirlo públicamente. Caminito es mucho tiempo de mi vida, es el hijo que no tuve. Pero es un hito no sólo personal y por eso a esta altura creo que es la Municipalidad la que tiene que llamar al señor Madanes, ofreciéndome todos los elementos que alguna vez tuve y que conseguí con esfuerzo propio. Yo he conseguido 700 sillas donadas por los vecinos y ahora la Municipalidad las usa en otros teatros. He comprado un equipo de luces que acabo de vender porque me harté de tenerlo guardado. Éramos un equipo y pusimos nuestro tiempo y nuestra pasión. Yo tengo un buen pasar, tengo lo que necesito, vivo muy bien pero la plata la hice con el teatro y no con mi trabajo en Caminito, donde todo fue hecho por amor. No quiero morirme sin volver a hacer Caminito y sobre todo una comedia musical inspirada en la vida de Juan de Dios Filiberto.
Pero, y si a pesar de todo, ¿no se te da?
He dirigido teatro en España, Italia, Perú, Chile, Brasil, México; puedo arreglármelas. Caminito es un sueño y no estoy dispuesto a resignarlo. O lo hago aquí o lo hago en otra parte. Si en 1980 seguimos como hasta ahora, puedo imaginarme que ya estaré lo suficientemente irritado como para aceptar alguno de los contratos que me ofrecen afuera, ya estaré lo suficientemente ansioso como para hacer mis valijas e irme a España. He llegado a un punto de mi vida en el que pienso que uno no tiene que quedarse en deuda con sus sueños.
1981
Diario La Capital, Mar del Plata / Fecha de publicación: 2 de diciembre 1981
Dice Madanes que blass no es obra solo para verano
“En el teatro todo está permitido, menos aburrir al espectador”. En el día en que cumplía 59 años, el prestigioso director Cecilio Madanes definía, citando a Oscar Wilde, el objetivo perseguido con el espectáculo que presenta esta temporada en Mar del Plata: entretener al público a través de una comedia.
Cuando La Capital le preguntó si esto significaba apartarse de su línea de trabajo más reciente o incorporarse a lo que aquí se denomina “teatro de verano”, Madanes reaccionó casi con acritud: “En eso está usted equivocado totalmente. Con un subrayado de la palabra totalmente. Lo que yo vengo a hacer es un vodevil escrito por Claude Marnier, que es un actor moderno que ha copiado a dos grandes genios del género, que son Eugenio Laviche y Georges Feydeu. De uno de ellos (Laviche), fue uno de los éxitos más grandes de Caminito Los millones de Orofino (1964). Y de este mismo autor el señor Offenbach, cuyo Can-Can pongo al final de la obra, ha compuesto las cosas más bonitas que se han podido hacer en comedias musicales. Este no es un género para Mar del Plata. Es una comedia de enredos de situaciones muy cómicas que se ha preparado con la misma seriedad que si fuera para Buenos Aires; si no yo no hubiera puesto mi nombre en la empresa. Por eso reitero que no es un espectáculo de verano. Y por otra parte yo soy un convencido de que a esta ciudad debe venir lo mejor que se puede hacer en Argentina, porque aquí converge todo el turismo del interior.
¿Pero usted no pone algún énfasis en destacar la cuota de popularidad que tienen los actores como elemento de atracción?
Yo no creo solamente en los valores de la popularidad. Usted sabe mejor que yo, porque vive en Mar del Plata, que aquí hay temporadas donde se han juntado artistas de gran popularidad y el publico dijo que no. Eso demuestra que el juego no está solamente en juntar figuras. Hay además que tener una buena obra, y una correcta puesta en escena y además el talento de todos los que participan en el espectáculo.
¿Entonces el futuro de Blass es continuar en la Capital?
Estoy seguro de que la obra va a seguir en Buenos Aires y además que posibilitará una gira muy exitosa por todo el interior de la República. Creo que va a ser uno de los espectáculos más costosos en presentación de cuantos se van a hacer en Mar del Plata. Y eso lo planteamos así porque no hay que subestimar el género del vodevil. Yo sostengo que hacer una comedia de Claude Magnier es tan difícil como encarar Equus o Doña Rosita la soltera. Tal vez por eso las cosas me resultan difíciles y raramente estoy contento con las cosas que hago. ¿Autocritica? Tal vez, pero es mejor que defraudar al público.
1983
Revista Así / Fecha de Publicación: 24 de diciembre de 1983
Cecilio estrenó despacho
La tormenta que cubrió el cielo porteño toda la tarde y la noche el martes pasado, no fue obstáculo para que 1400 personas traspusieran las puertas de entrada del Teatro Colón para ver algo que resultó, ciertamente, todo un espectáculo: la asunción del nuevo director general de nuestro coliseo, Cecilio Madanes y del equipo, que junto a este dirigirá los destinos del teatro a partir de ahora.
Con el telón todavía bajo, Madanes y sus colaboradores entraron lentamente caminando por el pasillo central de la sala, hasta tomar ubicación sobre el escenario. Hacia la izquierda y la derecha de ellos, dos grupos, de 20 personas cada uno, completaba la “formación”. Yo quise –explicaría luego el director del Colón a ASI– que estuvieran presentes en ese momento personas representativas de todo lo que se hace en el teatro: desde los directores hasta la gente que se encarga de acomodar al público durante las funciones. E intenté también hacer de esa ceremonia algo diferente, que tuviera que ver con lo teatral. Porque yo no soy un funcionario. Soy un hombre de teatro al servicio del Teatro Colón.
El primer día “oficial” como director general del Colón lo encontró entusiasmadísimo con la tarea que lo ocupa y con una agenda de actividades que no le deja demasiados momentos libres. Tanto, que Madanes casi en broma, desgranaba: Mi intención es reabrir el teatro Caminito en diciembre del año próximo, con una comedia musical que quiero hacer desde hace 14 años. Se trata de Juan de Dios- Historia de un patio que cuenta tres épocas distintas de un patio de La Boca, desde la primera guerra mundial hasta nuestros días, con música de Filiberto y Piazzolla, entre otros. Pero con todos los esfuerzos que demanda y demandará el Colón no sé si llegaré a mi proyecto con Caminito.
Madanes ¿Cuál es, a grandes rasgos, el calendario de actividades del teatro para las dos temporadas del ’84?
La idea que tanto el director artístico, Antonio Pini, como yo, propiciamos desde un primer momento, es reducir el número de títulos anuales, fundamentalmente porque nos interesa que estén mayor tiempo en cartel. Hemos programado ocho: La Traviata, Lucia de Lammermour, Manon, Madame Butterfly, Bomarzo (Homenaje a Alberto Ginastera), Falstaff, La guerra y la paz y La flauta mágica. también hemos programado un concierto sinfónico con obras de Mahler y un ballet. Además todos los domingos, durante la temporada de invierno, se presentará Hansel y Gretel, una ópera para niños. No podrán presenciar personas mayores a no ser que acompañen a sus chicos. Y también, en temporada de invierno, pero una vez al mes, se presentará un espectáculo coreográfico cuyo título recién se conocerá el mismo día de la función respectiva, con una particularidad. Durante la primera parte del espectáculo, la sala estará totalmente iluminada. Es que podrán asistir y ubicarse sobre la platea pintores, estudiantes de dibujo, gente ligada a la plástica; para ilustrar acerca del programa que verán ese día. Luego, en la segunda y tercera parte de espectáculo, las luces se apagarán. Un jurado integrado por conocidos pintores y artistas plásticos de nuestro medio evaluarán la calidad de los trabajos realizados ese día por el público y los autores de las tres mejores obras recibirán interesantes premios: viajes, materiales artísticos. Sobre la base de esos trabajos, se harán exposiciones en el salón Dorado del Teatro.
Una interesante idea. ¿Los niños y los estudiantes podrán entrar gratuitamente a la sala?
No, jamás estuve a favor de la gratuidad. Se pagará una entrada, razonable, pero habrá que pagar.
Cecilio, suele criticarse el frecuente hecho de convocar figuras extranjeras para trabajar en el Teatro Colón, aduciendo no solo que “cuestan” más, sino que acá, en el país, también hay talentos descubiertos y a descubrir. ¿Qué tipo de política implementará usted en estos casos?
Habrá prioridad de elementos argentinos en canto, en danza, en escenografía. Se traerá únicamente lo que no tengamos en el país. Eso no quita que se convoquen a figuras importantes para que enseñen y hagan conocer su tarea. Tengo planeado invitar a varios maestros en diferentes especialidades. Eso es importante: traer al país gente que pueda enseñar. El Instituto del teatro permanecerá como hasta ahora. Hay cinco cátedras importantísimas y allí estudian quienes integran el “semillero” de lo que vendrá. Yo quiero resaltar que la política que utilizaré en todos los casos es la política de moral. Nadie me ha indicado lo que tengo que hacer. Soy yo, quien, por lógica, pienso que no hace falta gastar demasiado en cultura , cuando la cultura puede existir igual, y llevarse a la práctica con excelente nivel, y en realidad hacen falta dólares para construir hospitales, escuelas, para paliar los grandes problemas que enfrenta el país. Problemas que se irán solucionando: a medida que eso ocurra, el presupuesto del Colón también se ampliará.
Madanes, a usted le habían ofrecido también dirigir Canal 9.
Sí, pero rechacé la propuesta. Lo único que me hubiera gustado en caso de haber aceptado, hubiera sido ver la cara de Alejandro Romay conmigo dirigiendo Canal 9… porque Romay todavía me sigue debiendo lo que corresponde por una puesta de Equus. Asi que, entre ver la cara de Romay y el Teatro Colón, me quedé con lo segundo (risas).
Madanes, ¿el suyo es un cargo “político”?
No, no soy radical. Voté a Alfonsín porque un día lo vi por TV y me gustó. Soy un poco psicólogo por mi actividad, y creí en este hombre desde que me enfrenté con su imagen. Pienso que es quien nos conducirá a lograr la paz, al bienestar y la grandeza que tanto necesitamos los argentinos.
1984
Diario La Nación / Fecha de publicación: 14 de abril de 1984
Escobas que bailan y la bruja Mazapán invitan al asombro
“Cuando yo tenía siete años mi profesor de canto me regaló una entrada para el Colón: paraíso, de pie. Nunca podré olvidar el efecto que me produjo ver desde allí como en el escenario se formaba un mar. Luego una tormenta. Desde un barco, agitado por las olas, caía un tonel con un marinero adentro…Quiero que esta generación de chicos tenga todas las oportunidades posibles de participar en esa magia. Y para eso, lo que se necesita es hacer funciones en horarios accesibles, a precios accesibles”.
Cecilio Madanes, director artístico del Teatro Colón, ha encarado la organización de funciones especiales para niños con verdadera pasión y con un entusiasmo que se traduce hasta en los más pequeños detalles.
“Por supuesto, hay que remarcarlo, la invitación es para aquellos que por lo menos estén en primer grado; los mas chiquitos se cansan y necesitan muchas más explicaciones; aunque todos se portan muy bien. Soy consciente de que Haensel y Gretel no es una ópera ideal; hay escenas un poco lentas, hay mucha crueldad en la madre que manda a los chicos al bosque, castigados y la bruja Mazapán que los engorda. Pero la teníamos preparada y quisimos ver qué pasaba. Por otra parte, se trata de un cuento, tiene final feliz, pasan cosas visualmente espectaculares y la música es encantadora”.
Madanes considera que si bien el niño debe hacer un esfuerzo, la experiencia le reportará un enorme crecimiento cultural y espiritual. Y, en efecto, la visita al teatro les provoca ya una catarata de asombros: recorren sus galerías, se deslumbran en el Salón Dorado, la fascinación se pinta en sus caras cuando la orquesta –¡con instrumentos y todo!– baja al foso.
Durante la función ven hadas, ángeles y brujas que bailan, casitas de chocolate que la bruma borronea y luego se desmoronan entre las llamas y el humo. Sin dudas, un inagotable desfile de maravillas.
Madanes aspira a que los chicos comprendan lo que pasa en el escenario: “Se que el texto cantado no se puede entender, y que si los padres no le leen el argumento han de perderse muchas cosas. Pero yo no quiero anticiparles demasiado a los chicos lo que va a suceder, sería como abrirles antes de tiempo la caja de sorpresas…Tal vez, solo haga falta una breve orientación. A mi me gusta mucho promover esa interrelación del papá con el niño, la mamá y el niño, el abuelo y el niño. Me gusta la idea de auspiciar diálogos, un rato del domingo en casa, sobre lo que vivieron juntos en el Colón”
Las numerosas cartas que llegan diariamente al teatro testimonian las vivencias de los chicos. El director las contesta personalmente: “Para mí esto es muy importante –dice– Lo sentí el primer domingo, cuando salí a saludar al escenario y me envolvió el afecto de los chicos”.
Haensel y Gretel se seguirá representando los domingos a las 10.30, hasta agosto. En setiembre está programada La niña de los ojos de cristal, versión de Copelia, de Hoffman por Olga Ferri.
1986
BOLSHOI
Con motivo de la gira artística del Teatro Bolshoi de la URSS que por primera vez actuará en el famoso Teatro Colón, quisiera expresar mi esperanza de que la presentación de la renombrada troupe del ballet sea un importante acontecimiento en la vida cultural y teatral de Argentina. Permitirá a los espectadores argentinos apreciar debidamente el arte del elenco soviético. Estoy seguro de que la actuación del Teatro Bolshoi en Buenos Aires va a contribuir al fortalecimiento ulterior de los vínculos culturales soviético-argentinos, a la amistad y al entendimiento entre los pueblos de nuestros países.
Oleg Kvasov
Embajador de URSS en la República Argentina
Diario Clarín / Fecha de publicación: 6 de abril de 1986
Ricardo Szwarcer, Director desde mayo.
Cecilio Madanes abandona el Colón
por Pompeyo Camps
Desde los primeros días de mayo, el Licenciando Ricardo Szwarcer será el Director General del Teatro Colón de Buenos Aires. La noticia fue anunciada —más bien confirmada—por el subsecretario de Cultura del Municipio, en una charla con un grupo de periodistas (entre los que se encontraba un redactor de Clarín), en horas del mediodía de ayer. No hubo renuncias catastróficas, solo que Cecilio Madanes finaliza su contrato el 30 de abril y prefiere dedicarse a la dirección de escena.
“Formalmente, si quieren, digan que en mi carácter de Subsecretario de Cultura de la Municipalidad –expresó ayer el doctor Miguel Ángel Inchausti a un grupo de periodistas– les hago saber una serie de cambios que va a haber en el Teatro Colón; situaciones que estaban previstas desde hace un tiempo, y que por la forma en que se dieron algunas noticias en algunos medios de comunicación, llevaron a la opinión pública a conceptos tergiversados.
”Yendo directamente al grano –confirmó– Cecilio Madanes había asumido un compromiso con las autoridades Municipales de terminar su labor al frente del Colón apenas finalizara la programación del Ballet del Teatro Bolshoi.
”Él, durante toda su gestión, siempre nos hizo saber que venía por un tiempo limitado, que su verdadera vocación está en las tablas, y no en el complicado manejo de un teatro como el Colón.
”Respecto del Doctor Antonio Pini (Director Artístico) hubo un compromiso de acompañarnos hasta tanto resolviéramos algunos problemas que teníamos dentro del teatro, hasta que entregara la programación de 1986. Cumplido eso, el Doctor Pini consideró que había terminado su cometido y presentó formalmente su renuncia”.
Aquí cabe agregar la “sensación” periodística, no palabra oficial, en el sentido de que la renovación del contrato del Doctor Pini, a fines del año pasado, con automático uso de licencia sin goce de sueldo, fue una estrategia para sosegar a una larga cola de postulantes a ese cargo, entre los que figura una estrafalaria comparsa de figurones, chiflados mesiánicos, oportunistas y demás marginales.
“A partir de mayo, el nuevo Director General del Colón será el licenciado Ricardo Szwarcer, hasta ahora y desde hace once años, Director Administrativo del Teatro: 38 años, 20 en la administración con importantes cargos, poseedor de estudios musicales, en un tiempo, alumno de piano de VaIdo Sciammarella y de Antonio De Raco.
”A partir del 30 de abril, iniciamos una etapa diferente, pero enganchada dentro de una política general trazada por las autoridades del Municipio para el teatro. El maestro Madanes cumplió con acierto y eficacia el cometido de hacer un teatro abierto, de incorporar nuevos sectores de la población como público es un merito incuestionable de su gestión.
“Pongo como ejemplo la gente que aplaudía en mitad de una obra: eso en el Colón era rarísimo, lo que es un ejemplo de que hemos incorporado nuevo público y nuevos sectores sociales a la actividad del teatro.
“El Colón es de la Ciudad de Buenos Aires y de todos los habitantes, y eso se expresa a través del tipo de programación que se desarrolla. Es un hecho incuestionable la apertura hacia los chicos con programaciones especiales, al igual que la extensión del escenario del Colón a otros lugares de la Ciudad de Buenos Aires”
Inchausti ponderó también otras iniciativas de Madanes como la de combinar artes plásticas con danza (concurso de croquis), abrir un taller coreográfico: “Es –puntualizó– en estos dos años de gestión de Madanes, un elemento definitivamente incorporado, que en cada concierto de las orquestas o de los grupos musicales del teatro, necesariamente se toca una obra de compositor argentino”.
Esa línea, anunció, debe ser consolidada y modernizada con miras al año 2000: “Un teatro abierto al servicio de los tres millones de porteños. Inclusive el resto de los argentinos que habitualmente vienen especialmente a asistir a las funciones del Colón”
En cuanto al Director Artístico, aún no ha sido designado, y estaría principalmente en Szwarcer la elección del equipo que habrá de acompañarlo. También se habló de ópera argentina (aún no se ha elegido el título para 1986), pero se está trabajando en el lanzamiento de un concurso de composición de óperas en convenio con el Fondo Nacional de las Artes.
1993
Revista La Nación / Fecha de publicación 6 de junio de 1993
Cecilio. Genio y bastón
El artista que en una callecita olvidada hizo surgir un teatro y una leyenda. Logró también que otro teatro, ya imponente y legendario abriese sus puertas a los niños de la ciudad.
Caminito y el hoy esperan reencontrarse gloriosamente, acaso pronto, con los viejos sueños de las noches de verano.
Ya sin aquel Borges caminante, el primer bastón de Buenos Aires es, sin duda, Cecilio Madanes. Empuñando ese cetro virtual, él logró vencer el caos en complejas puestas en escena y desde la dirección del Teatro Colón, ni los niños pudieron asustarlo. Antes ya había donado a la ciudad la maravilla de Caminito, único pasaje con rumbos infinitos. Una calle que, en noches de verano, se transformaba para que sus vecinos y los forasteros pudieran soñar el mismo sueño.
Adiós, Carmen
Las energías de Cecilio Madanes estaban, últimamente, dedicadas a la puesta de una grandiosa Carmen, de Bizet, con 180 artistas en escena. Era alta distinción la responsabilidad del cierre de una temporada brillante, pero no pudo ser. La reaparición de problemas dolorosos en su columna vertebral forzó a C.M. a declinar el honor de la régie.
De todos modos, a esta altura de su carrera hay motivos para esperar con fe su regreso –debidamente reconstruido, según bromea– y dispuesto a gestar otras maravillas. Al subir en una silla de ruedas al jet, rumbo a la clínica Mayo de Rochester, donde será operado, anunció optimista: “Si no pudo ser Carmen en 1995 será Aída, y con más de 200 personas”. Así es el temple del hombre al que Malraux igualó con Victoria Ocampo, Mujica Láinez y Ginastera, haciéndolo caballero de Artes y Letras.
Poco antes de partir Cecilio Madanes recibió al cronista en su piso de San Telmo, gobernado por la luz y la armonía. Un ámbito con más historia afectiva que adjetivos ajenos, aunque algunos sean Braque, Soldi o Carlos Alonso. Madanes estaba sentado frente a una larga y solida mesa blanca, como de artesano. Por debajo iba y venía una gata siamesa (“se llama Putty y tiene la manía de saltar desde los balcones. Parece que usted le cae bien”). Sin grabadoras ni computadoras a la vista, Cecilio daría cuenta de sus batallas, solo de una parte de ellas y como si fueran ajenas.
“Ahora –reflexiona– toda la escena estará controlada por dos cirujanos norteamericanos que ya me repararon otras veces en la Clínica Mayo, los doctores Cabanella e Ibersohn. La mía es una historia vieja; alguna vez propuse que en vez de suturas me pusieran cierres relámpago.” Su buen humor minimiza osteopatías que vienen de lejos.
“Tuve cuatro intervenciones en la pierna y en 1952 me cambiaron la cadera. Fui un pionero en recambios óseos, con un champignon de acrílico que me duró 25 años. En 1977 el doctor Schaejer lo reemplazó por otro sistema que funcionó hasta 1982, cuando pusimos un modelo nuevo. En 1987, en Rochester, fue lo más delicado: operar mis vertebras cervicales: tercera, cuarta y sexta. En 1993 ajustaron un chandler para mejorarme el movimiento de la pierna y ahora viajo para reacomodarme unos discos lumbares. Lo más duro es la rehabilitación, pero la voy a hacer con ganas. Quiero volver a casa pronto; con el bastón y con toda la fuerza para Aída”
De Tinayre a Remoir
“De muchacho –recuerda– no usaba bastón. Quería ser pintor, pero cuando fundamos en Bellas Artes, el TEBA, un teatro experimental, abrí otro camino. Un jurado con Berni, Castagnino y Soldi me premió unos dibujos sobre ballet y usé el dinero para montar La Farsa del licenciado Pathelín, pieza anónima del siglo XV que traduje con Rafael Alberti y María Teresa León. A raíz de eso conocí a Luis Saslavsky y él me recomendó para ser asesor artístico de A sangre fría, un film que dirigió Tinayre. Tuve el mismo cargo en La gata de Soffici, con Zuly Moreno, Sabrina Olmos y Alberto Closas, pero un día con mi título de Bellas Artes, mi Pahtelín y poca cosa más me presenté a concurso para un beca de teatro del gobierno francés. Era 1947, Tinayre iba a filmar En la ardiente oscuridad y me ofrecía buena plata, pero me acordaron la beca y me fui a París.”
Madanes hizo diez meses de Conservatorio con Jouvet y Jean Renoir. Le pareció poco: “Me quedé ocho años y tuve que hacer de todo, desde vendedor de autos hasta cicerone. Luego produje para la Pathé discos con poemas de Lorca y fui asistente de Saslavsky en films que dirigió allá. Viví feliz y aprendí mucho, hasta traté personalmente a Picasso, pero… no pude hacer teatro”.
Los siete mares
Tardó en volver. Lo hizo en 1954 para ser director del Canal 7, que era de su primo Víctor Madanes. En solo seis meses generó benéficos escándalos. Puso en aquellas pantallas monocromáticas las imágenes de Romero Brest, de D’Urbano, de Roland, que enseñaban a ver cuadros, a oír música, a gozar del cine.
“Llevé también –recuerda– a Mariano Perla, a Sergio Renán, a Bergara Leumann. Hicimos un ciclo de teatro argentino que iba los sábados, otro de García Lorca los lunes, y luego uno de Goldoni con decorados de Soldi. Trabajaba de 8 a 23 y a esa hora aún veía programas desde la cama.”
¿Qué pasó? Pasaron los tanques y dejaron en el canal el interventor consabido. A Cecilio Madanes –precisamente a él– lo echaron por peronista. Su obsesión seguía siendo el teatro y su balance era pobre: solo pudo dirigir una obra de Roussin y para eso debió aceptar que le pagaran en cuotas. “Me encargaron organizar una muestra flotante de pintura argentina y con ella navegué por el mundo. En ese viaje conocí a Elena Faggionato de Frondisi. Ella logró que su marido, antes de ser presidente, ya supiese de mis trabajos como factótum de la muestra. Al llegar a los puertos yo había hecho incluso de anfitrión multilingüe”
Camino de sueños
Caminito nació en 1957. “Eva Giberti que era secretaria de un secretario de Cultura municipal, me lo presentó y le propuse hacer teatro al aire libre donde, de ser posible, el vecindario fuese parte del espectáculo. Le gustó la idea y me dijo que buscara el lugar. Lo gracioso es que yo ni conocía La Boca: a Caminito me lo mostró un chofer de un jeep de la Comuna. Aunque muchos me decían que iba a tener que llevar al público en bañaderas, ya nunca podría haber sido en otro sitio. Un familiar me prestó dinero y conseguí inaugurar en 1957”.
Estalló el entusiasmo de la gente; se afirmó el orgullo de toda una ciudad por tener ese teatro único. “Goldoni desató una especie de locura colectiva –recuerda Madanes–; llovía y la gente no se iba. Se cubrían con paraguas, con diarios. Pero no todos fueron triunfos: con Víctor Hugo no pasó nada, y menos aún con Shakespeare. Sin embargo, no fue eso lo que borró Caminito, mi límite fue el cansancio. El teatro debió haber sido oficial, y yo dirigirlo. No podía andar siempre por ahí pidiendo avisos para el programa. Sin embargo, no quiero morirme sin volver a Caminito, con o sin ayuda estatal. Ojalá pueda hacerlo con mi obra Juan de Dios, otro sueño que ya soñé demasiado”.
Al Colón, al Colón
Más de una vez, desde la platea de Caminito y gritando como en el fútbol, los entusiastas reclamaban el gran teatro como destino para Madanes.
Las sillas y los balazos
Las sillas de hierro de Caminito también afrontaron caminos que el tiempo ha borrado. Como eran propiedad del teatro, la Municipalidad las recibía como custodia formalmente al fin de cada temporada. ¿Por dónde andarán ahora? Hay pruebas de que al menos una vez se dispuso de ellas indebida y peligrosamente. Cuando el frustrado desembarco de Perón en Ezeiza, alguien ordenó que las sillas de Caminito se destinaran precisamente al palco desde el cual se intentó organizar, luego disuadir, y por fin enfrentar a los actores del ensayo general del caos. Asi que las sillas se usaron para cualquier cosa menos para sentarse.
Cuenta Madanes que días después de la batalla “una revista de alta tirada, pero que solía equivocarse, exhibió dramáticas fotos de sillas usadas como escudo, con muestras de impactos, evidentemente de balas de alto calibre”.
Las planchas de hierro de los asientos mostraban perforaciones de curiosa precisión, pero no fueron obras de tiradores de elite con armas gordas. Como Caminito era al aire libre, y las sillas debían quedar a la intemperie, se había previsto que escurrieran el agua de las lluvias. Los agujeros testimoniales siempre habían estado.
1994
Diario Ámbito Financiero / Fecha de publicación: 22 de Abril de 1994
Caminito fue el hijo que no tuve
Cecilio Madanes cumple medio siglo con el teatro
Cecilio Madanes, el gran director teatral argentino, está a punto de cumplir sus 50 años con la escena. Generalmente, se lo recuerda solo por Caminito, o por haber difundido obras como Equus (en tiempos de férrea censura militar) o Amadeus, o sus régies de ópera en el Colón, pero pocos recuerdan que tuvo un papel fundamental en el viejo Canal 7 y las primeras puestas de teatro para TV, como los ciclos de García Lorca, de autores argentinos, y de teatro universal con Cunil Cabanellas. Recibió a este diario, a la hora del té, y dialogamos con él. Estos son algunos momentos de la charla: por Alicia Esteban
Un piso cercano al Museo Nacional, en un restaurado edificio de fin de siglo, deja pronto al descubierto la obsesión vital de su propietario. De él dijo Soldi que “pinta sobre el escenario”. El meticuloso orden de los cuadros, la profusión de plantas, el equilibrio de los colores, la simetría de los adornos y mobiliarios, no hacen otra cosa que confirmarlo. No es otro que Cecilio Madanes, quien accedió –té y deliciosa torta de naranja mediante– a hablar de los, próximos a cumplir, cincuenta años de su comienzo profesional.
“Empecé en 1944. Yo era alumno de la escuela Prilidiano Pueyrredón, y con mis compañeros de Bellas Artes, en lugar de la fiesta de la primavera, decidimos montar una obra. En mi casa se leía “Sur”, la revista de Victoria Ocampo; la recibían mis hermanas, “las intelectuales” y yo descubrí una obra anónima La farsa del Licenciado Pathelin, que me pareció muy divertida. Apareció sin acotaciones, totalmente anónima, traducida por Rafael Alberti y María Teresa León, y decidí elegirla para representarla en el teatro Presidente Alvear. Antes de hacerse el espectáculo se organizó un conjunto de croquis, en los que estudiantes dibujaron a Mecha Quintana o a Renata Shottelius, y otros bailarines, con lo que recolectamos el dinero que nos permitió hacer la puesta. Fue la primera vez que hice teatro, ya que nunca antes lo había hecho.
“La pieza pasó luego al Cervantes y fue distinguida con el premio del Ministerio de Cultura, cuando Madanes conoció a Luis Saslavsky. Gracias a éste, comenzó a trabajar con Daniel Tinayre en A sangre fría, con Amelia Bence y Pedro López Lagar, y después hizo La Gata, como asistente de Mario Sóffici con Zully Moreno, Alberto Closas y Enrique A. Diosdado.”
Poco después se convirtió en el primer argentino que obtuvo la beca que el Gobierno francés ofrecía para estudiar teatro en París.
“Con los 800 francos que me dieron, me fui a Paris, en el ‘47 y en lugar de los diez meses previstos me quedé ocho años. Hice de todo para sobrevivir. Fui guía turístico, vendí coches, grabé una serie de discos sobre el teatro de Lorca y fui asistente de Luis Saslavsky en La corona negra de Jean Cocteau con María Félix y Vittorio Gassman. Pero, a pesar de todo, nunca pude trabajar en teatro, aunque estudié cuatro años en el Conservatorio de Arte Dramático de París, nada menos que con Luis Jouvet”.
La vuelta al país lo acerco casualmente a la televisión. Un primo suyo estaba en Canal 7 y allí ingresó como colaborador de Blackie que en ese momento era directora artística de la emisora.
“Cuando Blackie se fue y me dejó solo primero hice el ciclo de García Lorca, los lunes, con decorados y trajes para cada función; después los sábados teatro argentino con Irma Roy y los jueves teatro universal, con Cunil Cabanellas”
Rememora, de esa época, a mucha gente que empezó sus primeras armas. María Herminia Avellaneda se inició como directora de cámaras, Sergio Renán fue convocado luego de su actuación en El centroforward murió al amanecer, de Agustín Cuzzani; Mariano Perla empezó a hablar de política y Eduardo Bergara Leuman a diseñar vestuarios.
Curiosamente, la Revolución Libertadora cometió la gaffe de echarlo por peronista. Pero esa fue su oportunidad de presentar su propio espectáculo, dirigiendo a Luisa Vehil en una pieza basada en un hecho real : El marido, la mujer y la muerte en la que también actuaban Fernando Heredia, Paquita Vehil, Cayetano Biondo y Osvaldo Terranova, en el Liceo.
“Muy buenas críticas pero nadie me llamaba –dice ahora Madanes–, entonces me fui a ofrecer a la compañía Trío, como director artístico de un barco que salía a dar la vuelta al mundo”. Como ese cargo estaba cubierto propuse llevar la primera exposición flotante de arte argentino, que tuvo un éxito extraordinario. Auspiciado por el Centro de Arte Moderno, aun sin sede propia, y Rafael Squirru, su director. 50 artistas me dieron sus cuadros y los vendí en Australia, Japón, San Francisco… viajé en un camarote de seis camas, con los cuadros de Spilimbergo, Castagnino, Berni, Aizemberg, Testa, Soldi. Se puede decir que soy el único que durmió durante seis meses con la pintura argentina”
Cuando volvió ofreció hacer teatro al aire libre como había visto en Venecia y gracias a la ayuda de Eva Gilberti conoció Caminito. “La mayor virtud de mi carrera, el hijo que no tuve, es Caminito. Y lo que iba a ser una experiencia de 15 días duró 15 años, con dos funciones y 1500 espectadores diarios. Ahora, a la distancia, como sucede con Juana de Arco cuando en la hoguera oye los comentarios del pueblo me pregunto: ¿soy yo el que hizo eso? Goldoni, Molière, Víctor Hugo, Shakespeare, Lorca… El espectador numero 100.000 recibió una góndola azul pintada por Alonso. En la Verbena de la paloma como en otras obras, intervenían los mejores vestuaristas y diseñadores del Colón. Claudio Segovia (el de Tango Argentino), Barona, hoy número uno en los EE.UU, con el que voy a hacer Carmen para terminar la temporada del Colón, Eduardo Lerchundi, Guillermo de La Torre… En La verbena actuaban 20 músicos del Colón dirigidos por el maestro Andreani, y se producía el milagro del silencio absoluto cuando tocaba la batuta para empezar. Antes de empezar yo ya tenía cubierto los costos con la publicidad en el programa, porque el precio de la platea era muy barato. Más de 600 actores pasaron por Caminito”.
Y del teatro popular al aire libre, Cecilio Madanes pasó a dirigir el teatro Colón en la época de Alfonsín, donde puso en juego toda su estética plástica volcada al teatro. De este período recuerda la respuesta del público a las propuestas de calidad. “Julio Bocca –mucho antes de ser quién es– y la Orquesta Filarmónica reunieron casi 15.000 personas en el Parque Lezama. La apertura del Colón, los domingos, con un Hänsel y Gretel dedicado a los chicos.”
“Me miraron como si estuviera loco, porque este es el país del no. Lo hicimos y se llenó todo, como si fuera una función del gran abono, durante 35 domingos. Después, hice lo que siempre quise hacer El zar Saltán que había visto cuando era chico acompañado por mis padres, y tuve que poner límite a los adultos: uno cada dos chicos”.
En realidad descree que haya una actitud, previamente, peyorativa con el publico sobre las propuestas que se le trasladan: “Ni siquiera hay iniciativas, se habla, pero no se ve el resultado. Me mandaron ahora todo lo que va a ser Cultura, y el catálogo cuesta tanto que yo hubiera preferido emplearlo en una producción teatral al aire libre, o algo que conmoviera a los estudiantes, llevar a la gente joven al teatro”.
2000
Diario Clarín / Fecha de publicación: 2 de Abril de 2000 Artistas y compañía
Ayer, a los 78 años
Murió Cecilio Madanes
Dedicó su vida al teatro, y llegó a dirigir el Colón. Tenía leucemia desde hacía 10 años. Lo velan hoy en el Teatro Nacional Cervantes.
Gabriel Senases
Víctima de una leucemia que lo aquejó por más de una década, murió ayer en Buenos Aires Cecilio Madanes. Había nacido el 2 de diciembre de 1921, tenía 78 años y toda una vida dedicada al teatro.
En efecto, nada de lo teatral le era ajeno. Podría decirse que recorrió el escalafón completo que va desde el humilde teatro de barrio a la dirección general del mismísimo Teatro Colón, durante la presidencia de Raúl Alfonsín.
Había empezado su larga vida artística en 1944, cuando era alumno de la Escuela Prilidiano Pueyrredón. Con sus compañeros de estudios de Bellas Artes montó la que sería la primera de una infinita serie de obras teatrales. “Descubrí una obra anónima en la revista “Sur” que dirigía Victoria Ocampo, La farsa del Licenciado Pathelín, que me pareció muy divertida”, recordaba. Y así fue que cambió para siempre lápices y pinceles, por textos y actores.
El reconocimiento le llegó de entrada. Esa primera puesta colegial se presentó primero en el Alvear, y luego en el Cervantes –donde hoy se velan sus restos– y mereció incluso un premio oficial. Luego de hacer algunas armas en el cine con Luis Saslavsky, Daniel Tinayre y Mario Soffici, en 1947 fue el primer argentino en merecer y recibir una beca del gobierno francés para estudiar teatro en París. “Me dieron 800 francos y en lugar de los ocho meses de la beca, terminé quedándome ocho años trabajando de cualquier cosa, menos en teatro. Por suerte frecuenté a Jaque Cocteau y George Braque, y estudié cuatro años en el Conservatorio de Arte Dramático de París, nada menos que con Louis Jouvet”.
Volvió al país y de la mano de Paloma Efron, la mítica Blackie, ingresó al incipiente mundo de la televisión. La Revolución Libertadora del 55 se anotó un blooper notable con Madanes al echarlo por peronista, el insulto oficial de la época. Así fue que regresó al teatro, conduciendo a Luisa Vehil en El marido, la mujer y la muerte, en el Liceo. Y aprendió la cara oculta de la vida de muchos artistas: “Todo el mundo me hizo criticas excelentes, pero nadie me llamaba”.
Fue entonces que se tomó literalmente el buque. Embarcándose como curador de una muestra de arte argentino en cruceros de placer. “Viajaba en un camarote de seis camas, con cuadros de Berni, Soldi, Castagnino y cincuenta pintores más, que vendí desde Estados Unidos a Japón. Puede decirse que fui el único que se acostó seis meses con la pintura nacional”.
A la vuelta iba a montar el proyecto que quedaría definitivamente asociado a su nombre “El hijo que no tuve es el teatro Caminito. Teatro al aire libre, como había visto en Venecia. Lo que iba a ser un experimento de dos semanas, finalmente duró 15 años, con dos funciones y mil quinientos espectadores diarios”.
Así, en medio de La Boca y la noche, renacieron Shakespeare, Goldoni, García Lorca, y una galería fabulosa de autores y obras. “Allí pude ser un creador total. Inventé todo junto a gente muy, muy capaz”. A partir de 1957, Caminito se transformó así en el gran camino de su vida, jalonado por el trabajo y compromiso de los más de 600 actores y cientos de miles de espectadores que se emocionaron en esa calle ganada para el teatro.
Luego vino el Teatro Colón. “Hice todo lo que pude, Opera para niños, espectáculos al aire libre, Julio Bocca bailando en una plaza… cosas que no eran habituales en ese momento y pasaron a serlo después. Pero durante ese tiempo abandoné lo que más me gusta: dirigir sobre un escenario”. Su último trabajo operístico fue la puesta en el Colón de Manon Lescaut, y en el teatro, Relaciones peligrosas con Oscar Martínez y Cecilia Roth. Otro hito fue Equus, que proyectó a Miguel Ángel Solá.
Sus restos son velados en el Teatro Nacional Cervantes. Mañana, antes de ser sepultado en el Cementerio Jardín de Paz, el cortejo fúnebre con los restos de Cecilio Madanes pasará y se detendrá en el Teatro Colón. Será Justicia.